Salud sin fronteras

José Martínez Olmos

Sanidad universal

La semi-rectificación del gobierno al anunciar que devolverá la cobertura de atención primaria a los inmigrantes ha puesto de nuevo de actualidad el asunto de la cobertura universal en la sanidad pública.

Este es un asunto que genera polémica en la sociedad porque el gobierno argumentó en 2012 en un momento de grave crisis económica, razones de coste económico al atribuir injustamente a los inmigrantes actitudes de abuso y al mezclar de manera interesada e injusta los problemas del turismo sanitario en la UE con la cobertura existente hasta ese momento.

Dado que los datos existentes demuestran que usan menos la sanidad (no es extraño al ser población más joven y sana que la media) y que buena parte de la sanidad se financia con los impuestos al consumo, el debate sobre el coste ha quedado en evidencia al rectificar Rajoy en parte la decisión de excluirles.

Pero en mi opinión lo relevante del asunto es profundizar en las razones que avalan mi posición a favor de la cobertura universal y completa del derecho a la protección de la salud y la asistencia sanitaria. Es un derecho universal. Sin la protección de la salud y sin la asistencia sanitaria las personas pasan por ser ciudadanos de segunda. Ciudadanos excluidos. Ciudadanos en riesgo.

Desde el punto de vista de la ética profesional, esa es una situación inadmisible y un paso atrás que no tiene justificación. Por lo tanto, una sociedad que atiende este asunto con la altura de miras con la que la ética profesional afronta la atención sanitaria, es una sociedad inteligente y solidaria.

Asegurar la sanidad de manera universal es una opción éticamente deseable para una sociedad avanzada y además de proteger la salud de cada individuo, es una opción que protege al conjunto de la sociedad.

Cuanta más cobertura tienen los sistemas sanitarios en el mundo, más eficientes son; esta es una enseñanza que se obtiene del análisis comparado de los sistemas en el mundo.

En este asunto, los profesionales sanitarios y las organizaciones no gubernamentales han mantenido y mantienen una postura en la que la visión ética sobre la enfermedad y sobre los pacientes ha sido de gran altura.

Hemos sido y somos muchos los que creemos que para la sociedad y para nuestro sistema lo mejor es una cobertura universal. Es un objetivo que nos hace mejor sociedad y que permite que la lucha frente a la enfermedad y sus consecuencias sea más eficaz y eficiente.

Desde el punto de vista sanitario la cobertura universal es un objetivo básico para conseguir salud para todos. Es la utopía que debemos alcanzar en clave mundial. Lo hacemos en Andalucía, lo hacíamos en España y lo volveremos a hacer.

Y ello no debe obviar el debate sobre inmigración y legalidad. Sobre cómo sacar de la ilegalidad a los miles de personas que trabajan todos los días ante nosotros sin contrato porque alguien no se lo hace y ante eso, el gobierno es incapaz de evitarlo. Pero ese es un debate de política general. Y la universalidad en la asistencia sanitaria es un debate de política sanitaria.

La semi-rectificación del gobierno en este tema es insuficiente pero sirve para desmentir sus propios argumentos de 2012. La universalidad está más cerca.

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