Salud y Bienestar

Proyecto para usar nanotecnología en un cáncer infantil muy agresivo

  • La técnica modifica los microRNAs, unas moléculas de ADN consideradas inútiles hasta hace poco.

Hasta hace relativamente pocos años, a los microRNAs (miRNAs) se les llamaba despectivamente ADN basura. Ahora, son la esperanza para el tratamiento de algunos tipos de cáncer, bien solos o en combinación con otras terapias. En esta línea, el Instituto de Investigación Vall d'Hebron (VHIR) ha anunciado que lidera un proyecto para utilizar estas moléculas de ADN como tratamiento para uno de los tumores infantiles más agresivos, el neuroblastoma.

La idea parte de la importancia de los miRNAs en los procesos celulares. Se ha descubierto que estas pequeñas moléculas que regulan la expresión génica y que, de hecho, regulan varios genes a la vez, son claves en el proceso que conduce a la iniciación y progresión de los tumores. La iniciativa del VHIR, que financia el programa Marie Curie de la Unión Europea, ha supuesto además el regreso de un investigador español que llevaba años trabajando fuera, Miguel Segura, a la ciencia nacional. Para ello, la UE dotó a VHIR con 100.000 euros, que se utilizarán en investigar toda una biblioteca de miRNAs para ver cuáles podrían ser eficaces, primero para ser probados en ratones y, posteriormente, en humanos.

Según explica Segura, en concreto disponen de 2.048 miRNAs. "Lo bueno y único de este proyecto es que vamos a ser capaces de probarlos todos, primero in vitro y luego in vivo", explica. Una vez testados en la probeta, se elegirán los candidatos más prometedores, para pasar a la siguiente fase de la investigación, los ratones. "Es algo que podría pasar en uno o dos años", comenta Segura. Sin embargo, encontra el miRNA útil para el neuroblastoma no es el único reto al que se enfrenta el VHIR. Según señala este investigador, es necesario encontrar una forma de hacer que la molécula llegue a las células cancerosas. Se sabe que, para ello, se utilizará la nanotecnología, pero aún hay que averiguar con qué material se introducirá. Para ello, y en paralelo, un equipo de ingenieros químico expertos en nanoparticulas, trabajan en el desarrollo del mensajero ideal. Para Segura, hay varias cosas que es importante distinguir a la hora de hablar de este proyecto. En primer lugar, que no se trata de algo individual, sino que cuenta con el apoyo de una institución como el VHIR "en la que hay más grupos haciendo lo mismo", por lo que la experiencia se puede completar de forma multidisciplinar.

Además, el investigador explica que ya hay fármacos epigenéticos en el mercado, por lo que no se trata de una estrategia descabellada. En concreto, Segura menciona el miRNA 122, utilizado para tratar ciertas enfermedades hepáticas y el miRNA 34, que acaba de entrar en fase clínica frente a un tipo de cáncer de hígado. La razón por la que ambas moléculas se dirigen al hígado la da, precisamente, la falta de una estrategia para dirigir las terapias a tejidos distantes. Por esta razón, se dirigen hacia enfermedades hepáticas, el lugar donde primero se metabolizan los medicamentos.

Por último, el proyecto tiene una ventaja adicional: que los investigadores trabajan en contacto directo con el servicio clínico de Oncología Pediátrica del hospital del mismo nombre. Esto supone que siempre van a disponer de células de neuroblastoma en las que ensayar las terapias epigenéticas y, cuando llegue el momento, de pacientes en los que probar las terapias.

El neuroblastoma es un tumor maligno poco frecuente, pero el más común en los bebés y el tercero en frecuencia en la edad pediátrica, especialmente durante los dos primeros años de vida. Afecta a uno de cada 100.000 niños y no tiene muy buen pronóstico.

Un neuroblastoma es una forma de cáncer infantil que se forma en el tejido nervioso y que por lo general suele comenzar con mayor frecuencia en las glándulas suprarrenales que se ubican en la parte superior de los riñones.

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