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La calle

Un cero 'tolerancia cero'

Lo de tolerancia cero es una frase de marketing. Pero si fuese una asignatura, el PSOE habría sacado en Estepona un cero en esta materia. Nada menos que el secretario general del PSOE andaluz y presidente de la Junta, Manuel Chaves, ha salido a la palestra para argumentar lo de tolerancia cero contra la corrupción. Y para demostrar que la cosa va en serio, los socialistas han tardado dos horas en expulsar del partido al presunto prevaricador Barrientos, el alcalde socialista a quien se acusa de numerosos delitos de corrupción junto a 25 presuntos cómplices. Si fuese cierto, dos horas es un récord de rapidez, propio del Guiness. Pero en realidad este expediente de expulsión llega con cinco años y dos horas de retraso, lo que supone un récord de lentitud, pasividad y falta de talla política.

En 2003 Barrientos se alió con el más notable de los posgilistas, José Ignacio Crespo, antiguo coordinador general del Grupo Independiente Liberal (GIL) creado por el padrino de Burgo de Osma, Jesús Gil y Gil. Crespo era el número tres de ese partido antisistema y estuvo a punto de ser candidato a la presidencia de la Junta por el GIL en las elecciones autonómicas de 2000, pero el jefe de la familia desistió de afrontar esta aventura política, porque estaba sometido a un enorme desgaste, después de haber presentado candidaturas en Ceuta y Melilla en las municipales de 1999.

Eran días contradictorios para los gilistas: casi 100 concejales en aquellas municipales les habían convertido en árbitros de muchos municipios. Pero por una vez los dirigentes locales de los cuatro partidos del arco parlamentario andaluz, PSOE, PP, IU y PA, se pusieron de acuerdo para desplazar a los peones de Gil de aquellos ayuntamientos en los que no tuviesen mayoría absoluta. Fue el caso de Manilva o Estepona, en donde salieron elegidos alcaldes de IU y PSOE.

Pero primero el PP en Estepona y después el PSOE en Manilva se aliaron con gilistas para romper ese frente constitucional. Por este método, el PP se hizo con la alcaldía de Estepona, en 2001, desplazando a Barrientos, con el beneplácito de la dirección popular. El mismo año, en Manilva, el socialista Emilio López Berenguer fue expedientado y expulsado del PSOE, por hacer los mismo: aliarse con gilistas para quitar la alcaldía a IU. El secretario provincial de los socialistas malagueños era entonces José Asenjo, más tarde relegado por la actual dirección del PSOE andaluz y malagueño y hoy retirado de la política.

Cuando, tras las elecciones de 2003, Barrientos quiso vengarse de la jugarreta popular de 2001, propuso una alianza a José Ignacio Crespo, que recibió todas las bendiciones de los mismos jefes de su partido que ahora entonan la canción de la tolerancia cero. La Junta sostiene que levantó decenas de expedientes urbanísticos contra decisiones municipales de Estepona. Si iban en serio, ¿por qué volvió el PSOE a presentar de candidato a Barrientos en 2007?

El fariseísmo sobre la corrupción es similar al que se practica sobre el transfuguismo. Y en este campo, tanto el PSOE como el PP tienen también la manga ancha. Luis Pizarro, secretario de Organización  del PSOE andaluz, ha dirigido sus baterías esta semana contra Javier Arenas: le acusa de estar detrás de una operación de transfuguismo de concejales de IU para que el PP quite la Alcaldía a un socialista en Bollullos del Condado (Huelva). “Esto es contrario al pacto antitransfuguismo”, clama indignado Pizarro. Pero, aunque le asista la razón, no tiene ninguna autoridad en la materia. También en la provincia de Huelva, en Gibraleón, un caso de transfuguismo en 2005 permitió a un concejal socialista birlarle la Alcaldía al PP. Fue incluso expulsado del PSOE. Pero sólo de cara a la galería, porque lo presentaron de candidato a las siguientes elecciones. Y ahí está, de alcalde. El pacto antitransfuguismo establece que es tránsfuga todo el que le alía con un tránsfuga. Y que ningún tránsfuga puede ser después candidato de los partidos firmantes. El PSOE ha incumplido en Gibraleón esos compromisos, ¿cómo se atreve Pizarro a reclamar al PP que los cumpla en Bollullos?

Ya he escrito antes que estos dirigentes políticos recuerdan al policía de la película Casablanca, que cierra el local porque descubre que se juega, mientras se lleva su parte de las ganancias.

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