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LAS NUEVAS CONDUCTAS ADOLESCENTES

Porno y pastillas como coca-cola

Con 18 años lo lógico es usar el preservativo, no tomar la píldora. Así lo cree el doctor Pedro Villegas, con una amplia experiencia en el teléfono de información sexual. “Hoy la pastilla se toma como la coca-cola, porque la receta una amiga, sin control”, advierte el sexólogo que lamenta que el fácil acceso a los métodos anticonceptivos haya dado lugar a un mal uso de éstos. Desde su trabajo en el teléfono observa tendencias poco recomendables entre los jóvenes. Una de estas modas entre las más jóvenes es el uso de la píldora anticonceptiva para regular sus reglas y evitar tener la menstruación el día en que tienen una boda u otro compromiso social, según comenta el sexólogo, que advierte la ligereza con la que las jóvenes cambian de método. Otra de las tendencias actuales es la penetración anal. “Se practica en exceso, a mi parecer, es algo que la mujer mayoritariamente ha rechazado porque no le resulta placentero, pero hoy todas tragan para quedar como modernas”, asegura el sexólogo. En general, según las consultas que recibe, muchos jóvenes están obsesionados con el sexo y buscan continuamente información de este tipo en internet, pero lo que encuentran es pornografía, modelos y prácticas que se alejan mucho de lo que debe ser el sexo a esas edades, lo lógico no es empezar con la penetración, pero así lo hacen”, explica el doctor Villegas. “De la play station o la muñeca Barby pasan a la cama y a numeritos espectaculares, orgasmo en el primer coito, no me extraña que cada vez haya más casos de adolescentes con disfunciones sexuales, son demasiados exigentes con ellos mismos y a los 15 años te dicen que son eyaculadores precoces”, añade. Los alumnos del profesor José María Bedoya, en la Facultad de Medicina de Sevilla, ejercen de educadores sexuales y dan charlas en los colegios e institutos. “Aún hay centros, sobre todo los privados, y asociaciones de padres que se oponen”, advierte el doctor que admite el gran retraso en esta materia: “Las familias no ayudan y jóvenes con 22 años no se atreven a ir al ginecólogo sin que lo sepa su madre”. Aún recuerda con cariño cómo un estudiante de su clase de Sexualidad Humana, tímido y aplicado, le regaló al finalizar el curso un bolígrafo: “Me dijo que sus padres eran muy cerrados y que en mis clases había descubierto cosas increíbles”. La educación sexual no es la panacea, se necesita algo más, pero, como mínimo, es una asignatura que hay que aprobar.

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