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El consultorio

Paternidad, tics y fimosis

«Quisiera saber dónde hay que acudir y qué se necesita para realizarse una prueba de paternidad. Mi ex pareja me acaba de comunicar que no veré más a mi hija porque no es mía. ¿Qué puedo hacer?». Manuel H.

Para poder realizar la prueba es necesario acudir con la niña a un laboratorio donde practiquen ese tipo de análisis. La prueba se puede realizar mediante muestra de saliva o de pelo y recientemente las farmacias han comenzado a comercializar un test de paternidad de manejo muy sencillo y fiable. Si es imposible acudir con la niña a realizar la prueba porque la madre se niegue a ello, tendrá que iniciar un procedimiento judicial (artículo 764 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil) para la determinación legal de la filiación. En este tipo de procedimiento es admisible la investigación de la paternidad y maternidad mediante toda clase de pruebas, incluidas las biológicas.En caso de que la madre se niegue a que usted vea a la niña y esta no constara legalmente inscrita en el Registro Civil como hija suya, tendrá que acudir al procedimiento que he explicado antes en reclamación de su paternidad antes de poder exigir visitas. Si por el contrario usted ya reconoció a la niña y consta inscrita la filiación en el registro civil, tendrá que iniciar procedimiento de medidas paterno-filiales para regular un régimen de visitas, no siendo excusable para la madre aducir que su hija no es suya, ya que ello solo puede resolverse en el procedimiento especifico. SOLEDAD BENÍTEZ-PIAYA. Abogada socia responsable de Zarraluqui abogados de familia de Málaga.

«Mi hija está desarrollando un tic nervioso, o al menos eso creo que es. Guiña un ojo de manera muy rápida precisamente cuando se encuentra más nerviosa. ¿Debería llevarla a algún especialista? ¿Se puede corregir? ¿Desaparecerá sólo?». Francisca.

Un tic es una vocalización o un movimiento motor súbito, rápido, recurrente, no rítmico y estereotipado. Se experimenta como irresistible, pero puede suprimirse durante períodos de tiempo variables. Todas las formas de tics pueden exacerbarse por estrés. La conducta de su hija se encontraría en lo que los profesionales calificamos como “tics motores simples”.

Existen posibilidades de que desaparezca solo, pero le recomiendo que la lleve a un especialista para que pueda intervenir antes de que se cronifice el comportamiento. Si se interviene en los primeros momentos es relativamente sencillo interrumpir su desarrollo. Usted misma puede comenzar ayudando a su hija a identificar los momentos en los que aparece más frecuentemente esa conducta. Lo importante sería hacerle entender que su comportamiento es una reacción a la ansiedad que le producen determinadas situaciones, por lo que toda estrategia que le ayude a controlarla será muy conveniente. Aprender a relajarse, valorar y analizar correctamente la situación estresante, aumentar su confianza y valoración de sí misma, son aprendizajes muy convenientes. Interrumpir la conducta motora, los pensamientos que le acompañan y las valoraciones que realiza de sí y el entorno en ese momento es un buen ejercicio, fácil de hacer y que le ayudará. Otra técnica muy recomendable es la enseñanza y práctica de reacciones incompatibles con los tics que presente la niña. Esto último se ha de llevar a cabo durante unos minutos. Facilita la ruptura del mal hábito que queremos corregir. JOSÉ MANUEL AGUILAR. Psicólogo clínico y forense.

«Tengo un hijo de 10 años y me han dicho que se debe operar de fimosis. Quisiera saber cuál es la edad más conveniente para hacerlo y cuáles son los riesgos que correría si llegase a una edad adulta sin haberse sometido a dicha intervención».Raúl.

La palabra fimosis viene del griego phimos, que se refiere al bozal que le ponemos a los animales para que no muerdan. En el caso que nos ocupa seria como un bozal que forma el prepucio y que no deja salir al glande al producir una estenosis, un estrechamiento. Para entendernos y en nuestro argot popular: impide descapullarse. En determinadas culturas, como entre los judíos, se practica la intervención –circuncisión– a todo el que nace; en la nuestra, era corriente que los jóvenes que tenían el problema aprovecharan el tiempo de la mili para operarse en los hospitales militares. Actualmente, suelen operarse cuando sienten la necesidad. Algunos adultos lo hacen a partir de los 50 años, pues algunas enfermedades, como la diabetes, pueden ocasionar estos trastornos, al perder la piel del prepucio la elasticidad o después de varios episodios de infecciones (postitis). La falta de aseo al no poder descubrir el glande originaría el acumulo de esmegma (residuos orgánicos) que irritaría el glande (balanitis), con las molestias propias que le impediría disfrutar de una de las funciones más placenteras de la especie humana. Si las madres nos hubiesen practicado ejercicios de limpieza desde que nacemos y lo continuamos desde la primera infancia el prepucio se habría estirado lo suficiente y nunca hubiese sido necesario plantearse la intervención. MANUEL LÓPEZ DOÑA. Profesor de Sexología de la Universidad de Cádiz

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