Galería del crimen

Nueve rostros y un pastor

  • El primer juicio con jurado en la provincia se celebró en 1997 y juzgó una riña entre primos que acabó en muerte por unas ovejas l El acusado se declaró culpable y el jurado le dio la razón

FUE por una ovejas. Bueno, por unas ovejas y porque Manuel Pérez Quiñones tenía ese carácter. Ahí está Manuel Pérez Quiñones, en el banquillo de la Audiencia. Cabeza grande, ancho de espaldas, manos duras, labradas, camisa de lana a cuadros. No tiene mucho que decir. ¿Mató usted a su primo, José Quiñones Gago, en una finca del término de Alcalá de los Gazules el 24 de marzo de 1996? Pues sí, lo maté. Pero veamos, ¿la riña fue por las ovejas? Sí, pero... ¿quién empezó a tirar las piedras? Aunque Manuel Pérez tiene el aspecto recio de un hombre de campo no se expresa con demasiadas dificultades, incluso se le ve desenvuelto. Mira a un lugar en el que habitualmente hay una pared. Por primera vez no hay una pared, sino nueve caras. "¿Quién empezó a tirar piedras?"

Nueve caras, seis de mujeres y tres de hombres, que suman 18 ojos igualmente, observan a Manuel. Es un hecho histórico. Son el primer jurado popular en la provincia de Cádiz. Tienen que decidir si el hombre que dice que es culpable es culpable. El resto está en manos de los profesionales, las disquisiciones técnicas y todo eso. Algunos de ellos es la primera vez que asisten a un juicio. Han visto todos esas películas. Se han emocionado con Matar a un ruiseñor y recuerdan Doce hombres sin piedad. Seguramente todos piensan que el Estudio 1 con Ismael Merlo, José Bódalo y Sancho Gracia era mejor que la película de Sidney Lumet con Henry Fonda, Lee J. Cobb y Jack Warden. Todo el mundo ha visto Doce hombres sin piedad, uno contra once y al final once contra uno. Emocionante. Eso es el jurado. En este caso es un asunto de ovejas.

Recrear la película de Lumet es una obra de Santiago Belloch, ministro de Justicia, reconocido admirador de la pieza teatral y de la justicia popular. No encuentra el mismo entusiasmo entre los responsables de las arcas del ministerio. La celebración de un juicio de este tipo supone convocar a treinta y seis ciudadanos de la provincia, previamente elegidos por sorteo, a los que hay que abonarles las correspondientes dietas y los gastos de transporte hasta la sede del Palacio de Justicia. En el momento en que se celebra el juicio todavía existen discrepancias entre diferentes organismos de la Administración acerca de quién debe librar las correspondientes cantidades. Para poder celebrar el juicio tienen que comparecer al menos veinte candidatos, de los treinta y seis seleccionados, para elegir entre ellos a los nueve miembros definitivos. Eso suele ser un momento de gran tensión en las películas americanas. Antes ha habido que traer a los veinte candidatos de lugares variopintos de la provincia, pero aquí no son negros ni judíos. Todos son iguales y el abogado y el fiscal selecciona. Nadie parece tener ninguna antipatía por los pastores, principal cualidad del acusado. Se eligen nueve, los mismos nueve que son interpelados por el acusado: "¿Quién empezó a tirar piedras?".

El día después del suceso el Diario publica una crónica firmada por Óscar Lobato. Es genial. También es verdad que es una obviedad decirlo si estaba firmada por Lobato, uno de los mejores periodistas de sucesos que ha tenido este país, una escuela en sí mismo. Empieza así: "La Mesa del Esparragal es un sitio tan malo para morir como cualquier otro. Sólo que aquí, además, resulta estúpido". En esta crónica encontraremos el relato de los hechos que, sin moverse apenas un dedo, se planteará a los dieciochos ojos, doce de mujeres, seis de hombres. Las ovejas del fallecido habían bajado un aprisco y no habían tenido la delicadeza de seguir el cordel que marcaba la propiedad del que sería homicida. Y mira que se lo había dicho al primo, que tus ovejas pasten fuera del cordel. Ni caso las ovejas. Y allá que se encaró Manuel con su primo. La cosa acabó como muchas veces, a pedradas. Es más, ¿no se acordaba el primo de esos cuatro perros que se cargó a plomillazos un par de años atrás? ¿Por qué? Por la ovejas. Y a piedras que siguen y un pariente que grita "chiquillos, chiquillos, quietos ya". No es tan sencillo. Manuel, como cuando los perros, para la batalla de piedras para irse a casa y coger la escopeta, calibre 12. Alto, grita José a su primo: "Tira la escopeta y discutamos como hombres". Manuel, que se viste por los pies, cualidad muy habitual que no sé por qué se lleva muy a gala, tira la escopeta. Hablemos, José. "¿Y qué hace José?", inquiere Manuel al jurado. Y el jurado contesta con sus ojos: "¿Qué?" "Me tira una piedra a la cabeza. Hombre, no". Y sale corriendo José como alma que lleva el diablo. En esos momentos las ovejas pastan a sus anchas, se comen el cordel. Viva la libertad. Dispara Manuel la perdigonada que se aloja en la espalda de su primo en el inicio de su carrera. Qué tino. Muerto. Joé. Manuel parte la escopeta contra una roca, joé, qué mala suerte. Corre al Land Rover, mete allí a su primo desangrándose y se lo lleva al clínico de Puerto Real. Luego se presenta ante la Policía Local. "Lo maté, él me tiró la piedra a la cabeza y me cegué". Mira al magistrado, mira al jurado con un gesto de ya está, qué más quieren que les cuente.

El jurado empezó sus deliberaciones a las 11,15 en una sala incomunicada y escoltada por la Guardia Civil y las concluyó a las 5,30 de la tarde. Seis horas. Nunca se supo cómo fue la deliberación de ese primer jurado, quién hizo de Henry Fonda y quién de Lee J. Cobb, aunque lo seguro es que se dictaminó que era culpable, tal y como el acusado había afirmado. A partir de ahí, el magistrado tipifica el hecho de homicidio, 15 y 15, quince de cárcel y quince millones de pesetas de indemnización.

Ahora los juicios con jurado están en caída libre, se han reducido un 60%. "Fue una moda, cuestan mucho y a nadie le importa. Con la que está cayendo...", cuenta un abogado de confianza, uno de los primeros que se enfrentó a un jurado de dieciocho ojos. "No es como en las películas", resume.

60

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios