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Patrimonio de la armada Trabajos en el mascarón de proa del 'Juan Sebastián de Elcano'

La primera guardiana del Elcano

  • La Armada presentó ayer en La Isla el primer mascarón de proa que lució el buque escuela entre 1927 y 1936, tras un apasionante periodo de restauración en el que la empresa Aula 3 ha trabajado un año

Sala de maniobras del Museo Naval en San Fernando. Bajo una carpa blanca, de ésas que se utilizan en las celebraciones al aire libre, técnicos de la empresa gaditana Aula 3 trabajan en devolver el esplendor a la diosa Hispania, primera guardiana del buque escuela 'Juan Sebastián de Elcano', protagonista del mascarón de proa originario que se concibió para esta embarcación.

Podría ser un día cualquiera de los más de 300 empleados en la rehabilitación de esta insigne pieza, construida entre 1925 y 1927 y que durante años permaneció descabezada en algún rincón de La Carraca. Fue en los 80 cuando la misma fue identificada y expuesta precisamente en esa sala de maniobras en la que se ha alumbrado su resurrección. Una resurrección posible gracias a que hace tres años la Armada decidió acometer la restauración de algunas de sus reliquias, ocupando un lugar destacado ésta, de reconocido valor.

Ayer, el mascarón con la diosa Hispania al frente permaneció unos instantes oculto a los ojos de los presentes, un tiempo corto en el que el director del Museo, el capitán de navío Tomás Mendizábal, realizó una emotiva alocución acerca del intenso y complejo proceso de restauración. Mendizábal explicó los detalles de una labor minuciosa, elaborada con sumo cuidado, debido al deterioro de la obra. Además, al mascarón, de cuatro metros de alto por uno de ancho, se incorporó también el arreglo de los dos faldones laterales que acompañaron a este mascarón en su corta vida útil al frente del navío, entre 1927 y 1936.

Porque, aclaraba el director, tanto los faldones, tallados en madera dura, como el propio mascarón, presentaban un aspecto quebradizo, dañado a causa de hongos e insectos que han debilitado el material. Por ello, lo primero que se aplicó fue un tratamiento químico a la madera, una especie de medicina que le devolviera la salud a la pieza.

Una vez conseguido esto, el siguiente paso fue recuperar el color primitivo, el color desde el que fue concebido, mediante la eliminación de las 13 capas pictóricas que se superponían a la original. Un trabajo que en definitiva ha permitido, así lo apuntaba el director, devolver los matices a las formas, los perfiles y los detalles primigenios, eliminando el grosor y las imprecisiones fruto de las manos de pintura. El tono resultante, al final, tanto en el mascarón como en los faldones, es el de una madera clara con matices dorados, en la que se adivinan también algunas zonas más oscuras. Para romper la monocromía, unos detalles en azul turquesa, mayores en los faldones y prácticamente imperceptibles en la pieza de mayor tamaño.

Como aspecto relevante cabe destacar que la cabeza de la diosa Hispania que presenta el mascarón no es la original, sino que en los 80, cuando la pieza fue hallada, uno de los marineros que hacían el servicio militar en el Cuartel de Instrucción y Marinería (CIM) isleño, Francisco Muñoz, el cual tenía habilidades en la madera, talló una, que desde entonces completa el mascarón.

Pero ayer, trasladada desde el Museo Naval de Madrid, también estaba expuesta la original, la cual fue retirada en el 36 -una vez el buque quedó amarrado en el Arsenal- por motivos que se desconocen pero que apuntan a la teoría de que la corona sobre la efigie aludía un símbolo republicano. Este rostro volverá a las dependencias de Madrid pero el mascarón y sus faldones quedarán instalados en esta sala de maniobras, al menos hasta nuevo aviso.

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