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Provincia de Cádiz

La pasión subterránea

  • La Escuela de Espeleología de Villaluenga, la única que existe en Andalucía, suma 16 años formando a los amantes de las cuevas y las simas y perfeccionando sus técnicas

"Así, así, bien, bien, que la polea te trabaje menos". "Hazlo mejor con la palma de las manos, que si no te revientas los dedos". Bernardo Orihuela alecciona a sus alumnos. Hoy toca hacer pruebas rutinarias de escalada y descenso en rápel, fundamental para bajar por una sima y ascender luego, y la cuerda guía debe estar perfectamente anclada. Ya han hecho antes estas pruebas en una nave municipal, a cubierto, donde han tenido que simular incluso que uno carecía de visión y otro tenía impedido uno de sus brazos. Ahora toca repetirlo al aire libre. Y la espectacular sima de Villaluenga, con la entrada a su cueva ahí abajo del precipicio, se erige en testigo de los avances paulatinos que van atesorando estos potenciales amantes de lo subterráneo. Sólo el balido de un rebaño de ovejas payoyas y el ruido que hacen los mosquetones y los cabos de anclaje al caer al suelo rompen el silencio.

Parece que fue ayer pero hace ya 16 años. En el 2000 se inauguraba la Escuela Andaluza de Espeleología y Descenso de Cañones de Villaluenga del Rosario. Y desde entonces este centro no ha hecho más que crecer, mejorando y adaptando sus procesos de tecnificación y, de paso, agrandando la huella que desde siempre ha tenido en el corazón de la Sierra de Cádiz una práctica que para unos es un deporte, que para otros es una ciencia, y que para todos es, sencillamente, una pasión.

Sí, la espeleología tiene arraigo en este enclave serrano desde siempre. Cuentan los que saben de esto que a mediados del siglo XX, entre la década de los cincuenta y la de los sesenta, Villaluenga se convirtió en un punto de peregrinación de los amantes de una actividad estrechamente ligada al medio ambiente. Y no es para menos. En el entorno de la localidad payoya hay contabilizadas, registradas y topografiadas 75 cuevas, cada una con su historia y sus misterios. Está la sima de Villaluenga, justo enfrente del pueblo, pero también la del Republicano, y la del Cacao, y la del Tajo Colorao, y la del Lagarto, y un sinfín más, cada una con sus peculiaridades y con un nivel de dificultad determinado. Y si el radio se amplía hasta Grazalema o Benamahoma, la cifra de cavidades naturales se eleva por encima de las 130. O sea, el paraíso de los espeleólogos. Y todo por culpa del agua. Porque por algo esta es la zona de España en la que más llueve. Y el agua, ya se sabe, lo cala todo, lo perfora todo.

Fue por eso por lo que Villaluenga fue el enclave elegido para acoger la Escuela Andaluza de Espeleología, que es la única que existe en toda la comunidad autónoma. De eso hace ya 16 años. En aquel 2000 el entonces consejero de Turismo y Deporte, José Núñez, inauguraba una Escuela que tuvo su gran valedor en la persona que hoy sigue siendo alcalde de Villaluenga. En 1999, en la campaña de las municipales en las que se presentaba para regidor por primera vez, Alfonso Moscoso prometía este centro, habida cuenta de que las negociaciones previas que emprendieron gobiernos municipales anteriores estaban ya bastante avanzadas. Y el compromiso se haría realidad pocos meses después.

En torno a los 600.000 euros invirtió la Junta. Y es que no se trataba sólo de comprar un edificio que antaño fue cuartel de la Guardia Civil y previamente las caballerizas de la Duquesa de Aveiro. Es que además hubo que rehabilitar un inmueble que estaba en muy malas condiciones y equiparlo para que pudiera funcionar como lo hace, con sus múltiples facetas.

Porque hoy este recinto es Escuela Andaluza de Espeleología, sí, pero también es Centro de Tecnificación Deportiva en Espeleología y un albergue. Hasta 65 personas pueden dormir simultáneamente en la Escuela, que no funciona como hotel pero sí como punto de encuentro y de alojamiento de cualquier persona que huela a deporte o a naturaleza.

Aquí, aparte evidentemente de los alumnos, las puertas están abiertas para cualquier club federado de montañismo, o de ciclismo, o de otros deportes. Y para el público en general hay reservadas una decena de actividades que se desarrollan a lo largo del año, como la Semana Verde, o actividades dedicada a la familia o a la gastronomía, y numerosos programas dedicados a los escolares... Pero todo con la espeleología como nexo de unión.

El almamater de la Escuela es el malagueño José Antonio Berrocal, que no es sólo el coordinador de la misma sino también el presidente de la Federación Andaluza de Espeleología (FAE). Pero, por encima de todo eso, es un apasionado de este mundo que aglutina a aquellos que gustan de adentrarse en las entrañas de ese planeta desconocido en el que las simas, las cavidades, las cuevas o las grutas tienen nombre y vida propios. Berrocal -nadie le llama por su nombre de pila- es una enciclopedia viviente de la espeleología. Así, recuerda el giro que esta actividad experimentó en la década de los ochenta, cuando la técnica tornó de las escalerillas a las cuerdas y los sistemas de anclaje pasaron a ser mucho más sofisticados; y explica que Francia es la primera potencia mundial en Espeleología, aunque España se mantiene en el pelotón de cabeza de Europa; y cuenta que entre los amantes de esta práctica los hay más deportistas (porque la forma física es fundamental), y otros más científicos, y otros más ecologistas...

Berrocal gusta de mirar al pasado pero sin olvidarse de un futuro que ve esperanzador. Y se sincera cuando relata los momentos de miedo y de claustrofobia que ha pasado mientras exploraba una cueva determinada, pero también explica que todo eso se ve solapado por la montaña de sentimientos que atesora tras cada aventura. Y opina que la afición por la espeleología va creciendo en Andalucía de manera lenta pero segura. Unos 1.300 federados tiene ahora la FAE y el reto es crecer gracias a la llegada de más mujeres y menores de edad, para garantizar el futuro.

La Escuela de Espeleología ha crecido tanto que se ha consolidado incluso como centro de actividad deportiva en la naturaleza e incluso como sede para la impartición de los cursos oficiales de Técnico Deportivo y Técnico Deportivo Superior en Espeleología y Descenso de Cañones, que desarrolla la FAE con la autorización de las consejerías de Cultura y Deporte y de Educación de la Junta.

Estos días la Escuela tiene un grupo de seis alumnos provenientes de diversos puntos de Andalucía que, tras superar una prueba de calificación, tienen por delante un mes y medio para completar el ciclo final de Enseñanza Deportiva de grado medio de Espeleología. El año pasado ya lograron sacar adelante el primero de los dos cursos que conforman esta titulación. Otros no lograron aprobarlo.

Cuando terminen su formación tendrán por delante un futuro prometedor bien en la red de clubes de Andalucía, donde podrán dirigir actividades y dar formación deportiva de calidad, o bien en empresas de turismo activo y de aventura. Pero ninguno se olvidará jamás de Villaluenga del Rosario, el pueblo más pequeño de esta provincia, el reino del queso payoyo, un remanso de paz y tranquilidad y, también, el paraíso gaditano de esa pasión subterránea que es la Espeleología.

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