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Bodegas. Chequeo a los falsos vinos de Jerez

Dos de cada tres marcas de sherry comercializado en EEUU son falsas

  • El avance de un estudio encargado por el Consejo Regulador señala que de 198 botellas observadas, 126 son sucedáneos · Tras el acuerdo con Australia, el jerez quiere reactivar la segunda fase del 'Wine Accord'

El jerez ha cerrado con éxito otra batalla en su lucha contra los usurpadores del sherry con el acuerdo sobre vinos alcanzado días atrás entre la Unión Europea y Australia, que obliga a los operadores australianos a abandonar su uso en el plazo de un año. Hay, sin embargo, otros frentes abiertos entre los que Estados Unidos sigue siendo el principal escollo para acabar con los sucedáneos del sherry, que representan actualmente dos de cada tres botellas que se comercializan en el mercado norteamericano.

Así lo acredita el avance de un estudio encargado por la institución jerezana del vino para conocer la situación los sucedáneos del jerez en Estados Unidos, en el que se refleja que sobre una muestra de 198 botellas de sherry en circulación en el mercado, 126 estaban etiquetados por los imitadores del jerez.

Trasladado a las cifras totales de ventas, el jerez embotellado en origen supone poco más de tres de los diez millones de botellas de sherry que se vienen comercializando en EEUU, con el agravante de que el producto originario del Marco se cotiza a 14 dólares frente a los 4 dólares de media que cuestan sus sucedáneos. A la usurpación del nombre se une, por tanto, el problema de la mala imagen que ofrecen los falsos sherries por su escasa calidad.

Tras el pacto cerrado con Australia, el último de un largo proceso que comenzó con el cerco al British Sherry en Reino Unido, el Consejo Regulador confía en que las autoridades europeas se vuelquen ahora en el Wine Accord con Estados Unidos, prácticamente paralizado desde que en marzo de 2006 se cerró la primera fase del acuerdo sobre comercialización de vinos entre ambas partes.

El jerez, junto a las otras grandes denominaciones de origen europeas -champagne y oporto- fueron los grandes sacrificados en la primera parte de la negociación, en la que la Unión Europea, a cambio de otros avances, renunció a ampliar la protección de lo que en Estados Unidos se consideran semigenéricos, un listado de 17 vinos europeos -junto a los históricos también figuran málaga, tokaj, chianti, chablis, burdeos...- cuyo nombre no relacionan con el origen, sino con la forma de elaborarlos.

Lo único que arrancaron los negociadores europeos fue la 'cláusula del abuelo', por la que las autoridades norteamericanas se comprometían a hacer una foto fija de los semigenéricos existentes en el mercado para impedir la aparición de nuevas etiquetas y suprimir las que no se actualizasen. El derecho de uso de términos como sherry se limitaba así para los vinos con el certificado de aprobación de etiqueta (COLA), en los que se basa el estudio encargado por el Consejo del vino para tener un mapa sobre los sucedáneos y su situación en el mercado norteamericano. Tarea, por cierto, que no está resultando nada fácil.

Pero el inicio de la aplicación de las medidas acordadas en la primera fase del Wine Accord, caracterizado por las denuncias y los reproches entre ambas partes -Alemania llegó incluso a rechazar una importante partida de vino de EEUU, asunto que coleó bastante tiempo- enfrió la segunda fase de la negociación, en la que tampoco se prevén novedades a corto plazo por los cambios en la Administración norteamericana.

Hace no mucho se produjo el último encuentro entre las delegaciones, pero el Consejo Regulador teme que el proceso vuelva a ralentizarse hasta que culmine el relevo presidencial en Estados Unidos, uno de los mercados decisivos para amortiguar la prolongada caída de ventas que arrastra el jerez.

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