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tribuna de opinión

El arquitecto del salón de Cortes

  • El Ingeniero de Marina Antonio Prat, que sucedió al Marqués de Ureña al frente del gran proyecto urbanístico de San Carlos, fue el encargado de transformar la Casa de Comedias isleña

El arquitecto del salón de Cortes

El arquitecto del salón de Cortes

Para que las Cortes Generales y Extraordinarias pudiesen desarrollar sus sesiones, se eligió en la villa de la Real Isla de León la casa Coliseo de Comedias que fue cedida por sus propietarios, los hermanos José y Francisco Delgado, bajo determinadas estipulaciones entre las que se contempló el pago de un alquiler y una indemnización por los perjuicios causados.

Las labores de habilitación del edificio fueron confiadas a Antonio Prat, en el momento Ingeniero Ordinario de Marina, que se había formado en Barcelona con los Ingenieros Militares del Ejército, en la acreditadísima Real Academia de Matemáticas.

Destinado desde julio de 1790 en las obras de la Nueva Población de San Carlos, Prat se ocupó simultáneamente de otras comisiones; entre ellas en la dirección de los trabajos de edificación del Real Observatorio de Astronomía y su Casa de Astrónomos en el pago de Torrealta, desde que se iniciaron el 23 de mayo de 1793 hasta que concluyeron el 26 de junio de 1797. Muy alabado en todos los informes reservados, sucedió al Marqués de Ureña al frente del gran proyecto urbanístico de San Carlos cuando el noble y erudito gaditano falleció en diciembre de 1806.

Desde el 14 de febrero de 1809, le fueron confiadas todas las obras de fortificación y defensa de la Isla de León, hasta la entrada de las tropas del Duque de Alburquerque en febrero de 1810, ejecutando las cortaduras del arrecife y del ojo central del Puente de Zuazo; los puentes de madera para el paso provisional de las mismas; y la batería de la embocadura del sur del caño de Sancti Petri.

Se dio la particularidad de que el Ingeniero de Marina cedió a beneficio de las mismas obras todas las gratificaciones y raciones de campaña que le correspondieron durante el tiempo que se halló en esta comisión.

Tras la llegada a la Isla de León del Ejército que "salvó a la España que zozobraba", y comenzado el bloqueo por el primer Cuerpo del Ejército Imperial Napoleónico, fue comisionado en la inundación de las salinas y en la construcción de los malecones que encerraban el agua a los caños que rodeaban la fortificación del Puente de Zuazo. Al mismo tiempo, no cesó de estar empleado en los trabajos de fortificación de la línea española de defensa, soportando en muchas ocasiones el fuego del enemigo, en particular cuando levantaba las baterías del Portazgo y de San Judas.

Prat acondicionó el teatro en sólo diecinueve días, corriendo los palcos e igualando el patio con el foso escénico. El salón quedó de forma elíptica con veintiséis varas castellanas de diámetro mayor y catorce de diámetro menor.

Presidió un retrato del monarca ausente, Fernando VII, de tamaño natural y cuerpo entero, obra de Juan Ceruti, que se situó bajo un dosel. Sobre un entarimado con tres escalones cubiertos con una alfombra, se colocó un sillón de respeto.

Hacia el testero de la sala se puso una mesa presidida por la silla del Presidente y otros asientos para los Secretarios de la asamblea. Dos tribunas, denominadas "de las arengas", fueron colocadas a derecha e izquierda con una superficie de una vara cuadrada, a las que se ascendían por dos escalones. La barra y las tribunas se ejecutaron en madera de cedro.

Formaron los lugares reservados para los diputados unos pequeños sofás que tuvieron detrás dos filas de asientos corridos con la misma finalidad; todos con cojines y respaldos de damasco carmesí.

En el centro del techo fue situado un medallón alegórico, de cuatro varas de diámetro: al claroscuro se figuró un bajo relieve que manifestaba la fuerza de España representada por un león que sostenía los dos mundos, con una espada desenvainada en ademán de vengar los ultrajes. Presidía la Sabiduría, como necesaria para la administración de la Justicia y la dirección de la Fortaleza.

La iluminación principal se consiguió mediante varias arañas con velas pendientes del techo, y el calentamiento con dos grandes braseros. En el siguiente mes de octubre fueron colocadas tres farolas en la fachada.

Un solar inmediato fue habilitado para solaz de los diputados y, en la contigüidad del mismo, se situó un café.

La cochera y la casa que estaban enfrente fueron habilitadas para alojar a los miembros de los Reales Cuerpos de Guardias de Corps y Alabarderos que garantizaban la seguridad de las Cortes en el exterior, mientras que en el interior desarrollaban tal función los integrantes de los Reales Cuerpos de Guardias Españolas y Walonas.

Las propias Cortes declararon que pudieron instalarse el memorable 24 de septiembre de 1810 gracias al celo y la actividad de Prat, no obstante los escasos auxilios de que dispuso.

Para formar una idea de la diligencia desplegada por el Ingeniero de Marina en la preparación del Salón de Cortes, bastará decir que desde el momento que recibió la orden no salió del edificio, ni aún para comer y dormir. Con la admiración de todos, permaneció en el interior de aquel humilde teatro hasta dejarlo convertirlo en una sede digna de la Representación Nacional.

Asimismo, cuando el Congreso planteó trasladarse desde la Isla de León a la ciudad de Cádiz, Prat fue el encargado de habilitar la iglesia del Oratorio de San Felipe. Y, en reconocimiento a sus acertadas labores de adecuación de las dos primeras sedes parlamentarias, fue nombrado Inspector Arquitecto de las Cortes el 3 de abril de 1811. Cinco meses más tarde le fue concedida la graduación de Ingeniero en 2.º de la Marina.

De igual modo, cuando se pensó en desplazar las Cortes a Madrid, en julio de 1813, se le ordenó marchar desde Cádiz para elegir el edificio más a propósito y dirigir las necesarias obras de adecuación.

La estancia de Prat en la capital de España impidió que, en octubre de 1813, se ocupara en habilitar para las sesiones parlamentarias la iglesia del Convento del Carmen de la Isla de León, cuando las Cortes ya en su primera legislatura ordinaria regresaron desde Cádiz; de lo que se encargó el arquitecto Isidro González Velázquez, discípulo predilecto de Juan de Villanueva.

Durante su permanencia en Madrid, la Real de San Fernando lo nombró Académico de Honor en febrero de 1814, y Académico de Mérito por la Arquitectura en el siguiente mes de julio; lo que conllevaba el reconocimiento del privilegio de nobleza personal y el acceso libre al ejercicio de la profesión, sin estar obligado a incorporarse a gremio alguno ni a ser visitado por sus veedores. En marzo de 1815 le fue concedida la plaza de Comisario en el ramo de Caminos y Canales del Reino, y al mes siguiente la graduación de Capitán de Navío de la Armada.

Es digno de destacar que el desempeño de Prat como Inspector Arquitecto de las Cortes hasta que éstas fueron disueltas en mayo de 1814 con la reinstalación del absolutismo, fue realizado "por sólo mérito y honor, y sin más haber, ni goce que el de su grado militar […] sin que jamás por su moderación y delicadeza haya solicitado se fijara el sueldo de su destino, ni cosa que indicase el menor interés, convencido de que las urgencias de la Monarquía eran muy superiores".

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