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los retos del 8M

Quita tus sucias manos de mi feminismo

  • El éxito de las convocatorias por el 8M ha puesto las luchas de género en primera línea 

  • La "igualdad real" aparece en boca de colectivos y partidos de muy distinto signo

  • El mensaje va polarizándose entre la existencia de "buenas" y "malas" feministas

Las convocatorias del 8M volvieron a llenar este año ciudades de todo el país.

Las convocatorias del 8M volvieron a llenar este año ciudades de todo el país. / Álex Cámara

“¡Por Dios!, ¿cuántos votos por metro cuadrado estáis contando, idiotas?”.Esa podría haber sido la reacción de muchos asesores políticos, y políticos en sí mismos, cuando vieron la magnitud de la convocatoria del 8Mel año pasado (y cuando han visto esta). ¿Semillero electoral? Es una tarta, de tres pisos y con doble relleno. Por eso, el entonces PPde Rajoy pasó de tratar el feminismo como un término tóxico a colocarse lacitos morados. Por eso,Albert Rivera pasó de rechazar la convocatoria a balbucear cosas sobre “feminismo transversal”. Hasta desde Vox hay voces que respaldan una “igualdad real” –a la vez que califican las concentraciones feministas de kale borroka–.

“Tras el gran éxito del 8M, todos quieren sacar tajada –comenta Araceli, de la asociación Café Feminista de Cádiz–. Al mismo tiempo, las cuestiones del feminismo pasan al centro del debate político, como la precariedad laboral, que las mujeres sufrimos más por diversas causas, conciliación imposible, brecha salarial, que los empleos más feminizados se paguen peor... Los 200 euros de subida del salario mínimo también es un guiño a eso que estábamos pidiendo. Frente a esto, vemos un feminismo cosmético, de buenas intenciones que no se traducen en políticas reales”.

El catedrático de la Universidad de Córdoba, Octavio Salazar, especialista en cuestiones de género, acaba de publicar La gestación para otros (Dikynson) y #WeToo. Brújula para jóvenes feministas (Planeta). “El 8Mes apabullante pero la fecha transcendental será el 28 de abril: las cuestiones del feminismo será decisivas en las próximas elecciones”, reflexiona.

Ambos subrayan temas como el retroceso en el discurso: debates que parecían cerrados (la violencia de género, el aborto), hayan vuelto a salir a la palestra: “Con su llegada al Parlamento andaluz, Vox tiene un altavoz institucional que antes no tenía, con lo que su discurso cala mucho más fácilmente en la sociedad”, apunta Araceli y, en la misma línea, Octavio Salazar: “Con su legitimación,Vox suelta planteamientos que hace un año no se podían hacer tan alegremente”.

“Se está haciendo una labor de desprestigio del feminismo que está calando. El enemigo es el machismo, no el hombre”, continúan desde el Café Feminista.

Para Fátima Salaverri, gerente durante años de la Fundación Municipal de la Mujer en Cádiz, “no podemos perder de vista que las políticas de igualdad no tienen tanto tiempo:se han ido introduciendo gota a gota y son muy vulnerables. Cuando vuelven al discurso cuestiones como si es violencia de género o doméstica, intentan confundirnos y ponernos en contra. Todas esas posturas políticas extremas pueden contaminar el feminismo”.

Salaverri recuerda cuando ya, en el siglo XVIII, se propuso permitir la entrada de mujeres a la Sociedad de Amigos del País y hubo quienes, como Cabarrús, se negaron:“Cada vez que en la historia aparece el caso de un hombre fuertemente en contra del avance femenino, encuentras que han tenido problemas personales en ellas. Así que, hay qué preguntarse, ¿qué les ha pasado a estos señores con las mujeres?”.

“Como en otros países, se ha dado una reacción defensiva y patriarcal frente a los éxitos del feminismo”, explica Octavio Salazar, que recuerda el tratado del resentimiento que hace Michael Kimmel en Angry White Men, donde explica “el temor ante ese cuestionamiento de la masculinidad tradicional y su situación de privilegio. Un resentimiento basado en un discurso facilón y emocional, que ha tenido consecuencias como Trump”.

Para Susi de LeónMorgado, responsable del Espacio Feminista de Ustea-Cádiz, el feminismo de la Cuarta Ola, en el que estamos inmersos, “apunta hacia las verdaderas causas del problema , desde el llamado ‘feminismo de izquierdas o de clase’ que se pretende diferenciar, cada vez más, del feminismo burgués (o liberal) que no cuestiona las causas ni los fundamentos del patriarcado.Quizá por ello, el feminismo de clase comience a ser una verdadera amenaza para el sistema que combate, atacando todos los privilegios. De ahí que este proceso histórico esté siendo el mayor gesto de rebeldía revolucionaria de los últimos tiempos”.

Cuarta ola. Feminismo radical. Feminismo liberal. Feminismo real. Feminismo femenino:sí, no, a veces. Para ser un sólo concepto, y bien clarito, el feminismo parece estar en pleno proceso de mitosis. O quizá, más simple, parece que se quiere transmitir la imagen de dos feminismos: el bueno y maquilladito; y el otro, el antisistema, el propio de (digamos) feminazis. El ser humano no cambia tanto ni tan rápido como nos gustaría. Piensen en una bruja: ¿la tienen ahí? Una bruja es fea, velluda, descuidada (feminazi). Una bruja come niños (las feminazis, también. O casi). Brujas y feministas radicales son mujeres “fuera del orden”, sin “familia”. Van de negro, van de violeta. Uno de los poderes más temidos de las brujas era el de causar impotencia a los hombres: castradoras metafóricas y no tanto.

“Las reivindicaciones feministas son propuestas muy críticas con el sistema económico de poder –indica OctavioSalazar–. Te obligan a plantearte un modelo alternativo de sociedad. Ante tanta crisis, hay muchos que dicen: Virgencita, que me quede como estoy”.

La primera plana del feminismo ha hecho, también, que se ponga la lupa en sus discusiones internas: “Como en cualquier movimiento, hay diferentes orientaciones y matices. Me da miedo el uso que a veces se hace de ese debate para convertirlo en una confrontación: sobre todo, desde fuera. E, igualmente –continúa– me dan miedo los carnés de feminismo auténtico. Me da miedo que se fragmente toda la lucha a partir de una competición de luchas e identidades. No hay que perder de vista que el feminismo no habla sólo de una cuestión de identidad, sino de una cuestión de quién tiene el poder, y de quiénes no lo tienen. Es una cuestión tremendamente política”.

Entre estos debates abiertos, hay uno clásico: el de la legalización, o no, de la prostitución. La mayor parte del feminismo es abolicionista, pero existen colectivos de trabajadoras del sexo (OTRAS) que están a favor de una regulación. Sin embargo, muchos nombres que han tratado el tema de la prostitución, como la periodista Mabel Lozano (El proxeneta) aseguran que en España la prostitución se nutre casi íntegramente de la trata, y que muchos de los grupos de presión a favor de legalizar la prostitución están pagados por proxenetas: “Con el tema de la prostitución –comenta Araceli–, no se puede tener una postura cerrada: hay que escucharlas a todas, pensar en soluciones para que puedan vivir sin perder sus derechos. Ocurre que otorgas derechos laborales al uso de una persona, lo estás legitimando. En un trabajo se supone que vendes tu trabajo, no tu cuerpo”.

“La defensa de los vientres de alquiler entra en esa lógica neoliberal tremendamente individualista del ser humano. El mercado, al fin y al cabo, se basa en generar deseos y satisfacerlos –continúa Octavio Salazar–. Si la prostitución es de tan libre elección y un oficio como cualquier otro, hagamos posgrados y másters de puta. Está claro que hay muchas formas de explotación y seguimos luchando por casos como los de las Kellys. Pero el de la prostitución es todo un sistema destinado a abusarte. Dan una visión errónea del liberalismo. En general –continúa Salazar–, con el feminismo y con otros temas, se discuten cuestiones muy complejas que queremos resolver con un eslogan o con un posicionamiento frentista, cuando lo que hay que hacer es ir ofreciendo argumentos”.

Parece que, en muchos aspectos, hemos pasado de biología es destino a economía es destino. Por eso es “tremendamente complicado” que exista un feminismo de derechas, ya que el feminismo pretende “transformar una serie de realidades socioeconómicas que parten de entrada de una desigualdad estructural entre hombres y mujeres”, desarrolla Octavio Salazar:“El retroceso del estado social tiene un víctima clara, y es la mujer, y eso te lo dicen todos los datos micro y macroeconómicos”.

“Una parte del feminismo –apunta Fátima Salaverri– necesita de recursos y políticas sociales que puedan liberar a las mujeres de la carga social y la estructura que le han planteado. La estructura social es responsable de esta situación, la estructura social tiene que resolverla. Pero el feminismo debería ser una opción de cualquier partido político. La percepción del feminismo sigue ligada a posturas más progresistas ante lo que, evidentemente, los partidos de izquierda tienen una ventaja, y la cuidan. Pero, si unas políticas surgieron en un ámbito concreto, ¿por qué seguir ahí?”.

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