Provincia de Cádiz

Peligrosa curva demoscópica del racismo

  • En cualquier caso, es un hecho que el comercio tradicional mira mal a los chinos. ¿Hay xenofobia? En principio, no.

Hasta tres veces en lo que va de año ha sido apedreado un comercio regentado por una familia china situado cerca de la avenida principal de Cádiz. No se conoce la causa, pero parece fácil averiguarlo conociendo qué es lo que se piensa de cómo trabajan los chinos. José Luis Ferrer, de la Federación de Comercio, no quiere alimentar la animadversión hacia los chinos "pero si se saltan normas en materias laborales, de horario o con la venta de productos no homologados entonces ya no están jugando con las mismas reglas y es eso lo que les permite ser competitivos con el precio. Naturalmente, no digo que lo hagan todos, pero las inspecciones que se han realizado demuestran que se producen incumplimientos y que debería existir un mayor control". En cualquier caso, es un hecho que el comercio tradicional mira mal a los chinos. ¿Hay xenofobia? En principio, no. ¿Qué pasará si los comerciantes chinos siguen progresando, alquilando locales cada vez más grandes y el comercio tradicional, tal y como está sucediendo, se hunde y no para de cerrar sus puertas? ¿Se tomará las partes por el todo? 

No tiene por qué suceder, naturalmente. En principio, los andaluces somos hospitalarios. En las encuestas del CIS la inmigración ha pasado de ser la sexta preocupación de los andaluces a la novena, bajando nueve puntos en los últimos cinco años, del 15% al 6%. Y la población de la provincia de Cádiz, con menos de un 5% es la que menos considera la inmigración como un problema frente al casi 16% de Almería. 

 

No es una preocupación, pero, curiosamente, a la hora de analizar el hecho migratorio, es decir, a la hora de preguntar al encuestado directamente por los inmigrantes, Cádiz está a la cabeza en valoración negativa con más de un 60%, por encima incluso de Almería, la provincia con mayor inmigración. Sebastián Rinken y Soledad Escolar, autores del estudio Actitudes de la población andaluza ante la inmigración, "Cádiz es la provincia andaluza donde mayores prejuicios se perciben con respecto a la inmigración en el mercado laboral. Por contra, es donde en menos ocasiones se relaciona la presencia de inmigrantes con el aumento de la delincuencia".

  En cualquier caso, para los andaluces, los políticos han pasado a ser un problema mayor que los inmigrantes y  la percepción de la xenofobia es insignificante, no alcanza el 1%. Noticias sobre agresiones en función de la raza o la religión son casi inexistentes. A veces se producen, pero son una auténtica excepción. De hecho, el apedreamiento de este comercio chino es una excepción.

 

En cualquier caso, puede pensarse que algo nada agradable se está larvando. Los autores del estudio referido, cuyo trabajo de campo se realizó a mediados de 2010 afirman en sus conclusiones  que "por un lado, se articula de forma generalizada un reconocimiento muy explícito de la aportación necesaria y positiva de los inmigrantes durante la época de bonanza económica, pero por otro lado, la situación actual da lugar a comentarios mucho más matizados y, en ocasiones, claramente desfavorables".

El estudio de Rinken y escolar incluye entrevistas y diálogos encontrados entre las personas que participaron en ese estudio. En una de esas conversaciones que se transcriben dice una mujer de mediana edad: yo opino que cada uno tiene que estar en su país. "Yo sí soy racista porque mi marido lleva dos años parado, y el trabajo de mi marido lo hacen los rumanos, y lo hacen los moros, lo hacen todos, con una pellá de hijos". Contesta su interlocutora que no cree que eso sea racismo. "Que se vayan a su país", insiste la primera.  Y la interlocutora insiste en lo suyo. "No creo que eso sea racismo". Porque esta segunda interlocutora no se considera racista pero comparte la idea de que se vayan a su país. Ese es el punto confuso de discriminación en el que nos encontramos.

 

Un Eurobarómetro dedicado a la inmigración mostraba diferencias notables entre el resto de los europeos y los españoles. Los españoles, en general, eran mucho más integradores. A la pregunta de si se hacía suficiente en nuestro país para acabar con la discriminación por motivos étnicos un 39% consideraba que había que mejorar esas políticas de igualdad. Ningún país se acercaba a ese porcentaje. Era 2007.

 

El CIS  realizó en 2008, por tanto antes de la crisis, una pregunta a los encuestados. "¿Qué piensa cuando escucha la palabra inmigración?"  Hubo varias respuestas. Destaquemos tres. Al 17%, la mayor parte, inmigración le sugería 'necesidad de trabajar'. Al 5,4% le sugería 'delincuencia o inseguridad'. Al 4,9% le sugería 'impacto negativo en el mercado laboral'. El CIS no ha vuelto a realizar esa pregunta pero sería interesante saber qué pensamos ahora. 

 

El Observatorio Andaluz de Inmigración  pregunta quiénes necesitarían una mayor protección del estado. Casi un 70%  pide más protección para los ancianos. Los inmigrantes están en último lugar, con menos de un 6%. Entre 2008 y 2010 se ha desplomado la impresión sobre los efectos beneficiosos de la inmigración, pasando del 45% al  26%, mientras que la curva es al contrario en los efectos negativos, pasando del 26% a casi el 48%. Veinte puntos de una tacada cruzándose en el camino las líneas demoscópicas, o lo que es los mismo, darse la vuelta como un calcetín.

 

Siguiendo con este estudio, ha aumentado el número de andaluces en desacuerdo con que un familiar suyo se casara con un inmigrante. En dos años esta opinión negativa ha pasado de un 12% a un 18%, aunque la mayoría, más de un 60% estaría de acuerdo. Ha doblado el número, aún pequeño, de un 4 a un 8% los que manifiestan que nunca han sentido simpatía por los inmigrantes. Y ya los encuestados se desmelena a la pregunta de si hay demasiados inmigrantes. En 2008 lo pensaba el 50%. En la última encuesta lo pensaba el 58%.

 

Más inamovibles nos mostramos en aspectos básicos del estado de bienestar. Un 90% de los andaluces pensaba hace dos años y piensa ahora que los inmigrantes deben tener acceso a la educación y la escuela pública y más de un 85%, prácticamente igual que hace dos años, desea que tengan acceso a la sanidad pública.  En resumen, se prefiere que no estén, pero si están, que tengan derechos. 

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