Tribuna

DANIEL GUERRA SESMA

Politólogo

La responsabilidad de Ciudadanos

Cs debería pensar en por qué ha dejado de ser lo que siempre decía que iba a ser, y lo que los españoles esperaban que fuera: un partido progresista al servicio del Estado y de su gobernación

La responsabilidad de Ciudadanos La responsabilidad de Ciudadanos

La responsabilidad de Ciudadanos / rosell

Cuatro veces a las urnas en cuatro años. Los cinco partidos estatales principales tienen su parte de culpa en la repetición de las elecciones, por su sectarismo y exceso de tacticismo, que les lleva a pensar más en los resultados electorales propios que en los intereses del Estado y de los ciudadanos que, dicen, tanto les preocupan.

El PSOE debería pensar por qué tuvo tan fácil conseguir una mayoría para la moción de censura contra Rajoy, y en cambio por qué le cuesta tanto formarla para gobernar e incluso para aprobar unos presupuestos. Hay quien atribuye a los socialistas escaso interés en llegar a un acuerdo con Podemos o en conseguir la abstención del Partido Popular y Ciudadanos, pero se explica aún menos que Podemos quisiera recuperar a última hora la propuesta que el PSOE les presentó en julio. Si el resultado de la negociación es la desconfianza mutua o las pretensiones desorbitadas de Podemos, quizá se ha mareado demasiado la perdiz con esa historia.

Los nuevos partidos decían que iban a cambiar la forma de hacer política, pero su actuación no parece tan distinta a la que se viera durante el bipartidismo. La sensación predominante en la negociación entre PSOE y Podemos ha sido la de querer ocupar sobre todo determinados cargos ministeriales, más para la formación de un gobierno paralelo a la orden de un Vicepresidente, que para la de un órgano colegiado dirigido con un Presidente al frente, tal como establece el artículo 5.1 de la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno.

Con las culpas compartidas entre los actores políticos, que los ciudadanos tendremos que remediar votando otra vez, quien en términos comparativos tiene más responsabilidad es Ciudadanos. No se entiende que un partido que se dice de centro liberal levante un cordón sanitario contra un partido socialdemócrata como el PSOE antes de unas elecciones y, por lo tanto, antes de conocer los resultados. Pero menos aún se entiende que un partido que nació con una vocación de partido bisagra entre PP y PSOE, para ayudar a éstos en la gobernación en lugar de los partidos nacionalistas, renuncie de antemano a su papel inicial. Y todo por empeñarse en una estrategia, liderar el centroderecha, que le está dando un resultado discutible. El resultado de las elecciones generales del 26 de abril hicieron creer que el sorpasso era cosa de días, pero las autonómicas y municipales de mayo demostraron que el PP tiene un poder institucional y territorial difícil de batir en ese espectro ideológico.

La última oferta de Albert Rivera a Pedro Sánchez para obtener su abstención parece ser el reconocimiento de un error estratégico que puede pagar en las urnas el próximo 10-N. Ciudadanos se constituyó como un partido de centroizquierda que sintetizaba la socialdemocracia con el liberalismo progresista, y se presentó como un partido de Estado al servicio de los españoles, que quería contribuir a la resolución de los problemas fundamentales mediante pactos de Estado con PSOE y PP. Es lo que se pretendía llamar una "mayoría constitucionalista", ante la que el PSOE muestra algunas dudas.

De una manera mucho más efectiva que UPyD, Ciudadanos ocupó ese espacio y fue premiado por los electores en abril. Los resultados, en cambio, confundieron a unos dirigentes que han cambiado el rumbo del partido y lo han desnaturalizado, convirtiéndolo en algo distinto a lo que era y a lo que siempre dijeron que debía ser. Ahora parece que se trata de querer ser más, pero siendo otra cosa. Francesc de Carreras, uno de los fundadores, lo advirtió en una carta abierta a Rivera (El País, 14.06.19), y la dimisión de algunos dirigentes del ala más progresista apunta en esa dirección. La marcha de Inés Arrimadas a Madrid no ayuda a aclarar este nuevo rumbo. Es sorprendente que en el momento político actual en Cataluña, cerca de otras elecciones anticipadas, con una rama del independentismo cada vez más radicalizada, y con un liderazgo consolidado de Arrimadas, se haya decidido su traslado a la capital, quizá más debido a razones personales que políticas.

Todos los actores políticos deben reflexionar sobre su actuación y sobre por qué los electores tenemos que ir a votar otra vez en menos de cinco meses. Pero Ciudadanos podría pensar en por qué ha dejado de ser lo que siempre decía que iba a ser, y lo que los españoles esperaban que fuera: un partido progresista al servicio del Estado y de su gobernación por encima de sectarismos.

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