Tribuna

Ramón Soriano

Catedrático emérito de la Universidad Pablo de Olavide

El Estado y el movimiento antivacunas

Cuando apareció el movimiento antivacunas no sabíamos las posibilidades curativas de las vacunas. Hoy sí. Los datos no ofrecen duda

El Estado y el movimiento antivacunas El Estado y el movimiento antivacunas

El Estado y el movimiento antivacunas / rosell

Dos acontecimientos han venido a poner en cuestión la permisividad con quienes han optado por no vacunarse: la eficacia de las vacunas y el rebrote de los contagios. Los profesores del área de Filosofía del Derecho explicamos un tema clásico: el paternalismo del Estado, que comporta la imposición de una conducta por la norma jurídica contra la voluntad del sujeto y en su beneficio. ¿Es aplicable el paternalismo estatal a los reacios a la vacuna? Veamos cuatro argumentos.

1.- Argumento ético. Los liberales antipaternalistas del siglo XIX, con John Stuart Mill a la cabeza, defendieron la libertad de la persona casi en términos absolutos. Nadie debe decirme cómo manejo mi libertad, ni qué debo hacer, incluso con la cantinela de que, si no hago lo que me exige la norma, me perjudico. Sin embargo los liberales tan amantes de la extrema libertad pusieron un dique al ejercicio de la misma: la producción de un daño ajeno. Su eslogan era: "Usa tu libetad como quieras, siempre y cuando no dañes a terceros". El antipaternalista Mill aseguraba en su bestseller secular On Liberty lo siguiente: "la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad es perjudicar a los demás"

La traducción a nuestra época de esta filosofía ética es fácil: Los reacios a la vacuna son muy libres de no vacunarse, de hacer con su salud lo que quieran, siempre y cuando no se relacionen con las personas, a las que pueden contagiar.

2.- Argumento jurídico. Fueron relevantes conquistas de las revoluciones de la segunda mitad del siglo XVIII, en América y Francia, una carta de libertades y nuevos principios jurídicos, entre ellos el principio de la proporcionalidad en la contribución a las cargas del Estado según el patrimonio individual. Hoy tenemos en el debate otro principio jurídico: el de la equidad en el disfrute de los beneficios y recursos del Estado. De la misma manera que contribuimos a las cargas del Estado según nuestra capacidad económica, también debemos disfrutar de los beneficios según nuestra responsabilidad ante la sociedad, es decir, equitativamente. En ambos casos -cargas y beneficios- el instrumento medidor es la proporción y no la igualdad. Cargas en función de nuestro patrimonio. Beneficios en función de nuestra responsabilidad social.

En consecuencia, se impone una respuesta a esta pregunta: ¿Los no vacunados tienen derecho al uso gratuito de los recursos sanitarios del Estado, cuando se exponen voluntariamente a ser contagiados por el virus y a contagiar a las personas con las que se relacionan?

3.- Argumento jurisprudencial. Asistimos constantemente al contraste en el ejercicio de las libertades entre sí y de las libertades en relación con los deberes. Casi todos los días el antagonismo en las calles de la libertad de circulación y la libertad de manifestación pública. Durante los largos años de la Dictadura algunos jóvenes españoles sufrieron el antagonismo entre su libertad de conciencia y el deber de defensa nacional prestando un servicio militar obligatorio. ¿Qué hacer ante esta colisión? La jurisprudencia constitucional ha prescrito como principio general el método de la ponderación de derechos y deberes para establecer en cada caso la prioridad entre libertades o entre libertades y deberes en función de las condiciones de las partes en conflicto y las circunstancias de los hechos. Pero ha señalado una salvedad: la preferencia de uno de los derechos fundamentales: el derecho a la vida, que tiene como concomitante necesario el derecho a la salud. Derecho a la salud, en sentido activo y pasivo, que vulneran los no vacunados. Para no cansarles me permito ahorrarme la transcripción de algunas STC sobre el asunto.

4.- Argumento sociológico. Cuando apareció el movimiento antivacunas no sabíamos las posibilidades curativas de las vacunas. Hoy sí. Los datos no ofrecen duda. Los telediarios, los periódicos, los tertulianos nos acribillan a diario con datos incontestables. Se contagian, se hospitalizan, fallecen los no vacunados en porcentaje muy alto comparado con los vacunados.

Nos encontramos ante un problema gravísimo y de muy difícil control, que exige un Pacto de Estado sanitario con urgencia, que debe pasar por dos etapas: una primera fase de una intensa campaña de información y comunicación y una segunda fase de exigencia jurídica de la vacunación a todos/as, único remedio final para atajar el vigor y la expansión de un virus, que posee las cualidades de un camaleón y un saltamontes.

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