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Tribuna

Lola Conde y Juan Carlos Andreo

Universidad Pablo de Olavide

Las 'kellys' en tiempos de la 'gig economy'

El servicio de limpieza en España representa cerca del 30% de la plantilla de los establecimientos turísticos. De esta cantidad, cerca del 98% del total son camareras de piso

Las 'kellys' en tiempos de la 'gig economy' Las 'kellys' en tiempos de la 'gig economy'

Las 'kellys' en tiempos de la 'gig economy' / rosell

En un mundo tan globalizado y de vertiginosa transformación digital cada vez es más evidente la tendencia de una marcada dualización entre los insiders o los outsiders, trabajadores fijos y eventuales, tanto en los nuevos empleos como en los clásicos. En ese marco temporalidad, si hablamos de riders lo relacionamos con los repartidores de esas empresas tan de moda de reparto de comidas y si hablamos de kellys lo hacemos a propósito del colectivo de mujeres limpiadoras en el sector hotelero. En ambos casos confluyen unas precarias condiciones laborales.

Los nuevos mercados de trabajo se enmarcan en la denominada gig economy, expresión que hace referencia a los empleos eventuales, a tiempo parcial y de dedicación específica. Aunque a priori, y como solución a la crisis económica y de valores, este nuevo sistema laboral pueda presentar ventajas para empleados y empleadores, las consecuencias de la flexibilidad y la desregularización son cada vez más perniciosas para el lado más débil: las personas empleadas. El caso de las kellys ejemplifica el caso de los empleos tradicionales.

El servicio de limpieza en España representa cerca del 30% de la plantilla de los establecimientos turísticos. De esta cantidad, cerca del 98% del total son camareras de piso. Estas empleadas limpian una media de 51.330 habitaciones de hotel cada día, cargan con carros de trabajo de hasta 100 kilos y recorren alrededor de 15 kilómetros a lo largo de sus jornadas de trabajo. Todas estas jornadas laborales se miden en relación a su producción, por lo que su salario dependerá de las habitaciones limpiadas.

Sin embargo, la reforma laboral de 2012 ha supuesto un duro golpe para este colectivo, ya que, entre otras cuestiones, contempla que el convenio de las empresas pasa a tener prioridad sobre las jornadas de trabajo, salarios, horarios y categoría profesional, con respecto al convenio colectivo de hostelería; por esta razón, algunas empresas hoteleras han utilizado este hecho para externalizar sus servicios.

Esta precarización tiene lugar en un momento de auge del turismo y especialmente en la época estival. Si se persigue una oferta de turismo de calidad debería extenderse también a la calidad en el empleo. Pero la situación no mejora y ya ha habido reivindicaciones en la Costa del Sol, en Canarias y se preparan concentraciones próximamente en Baleares.

Las kellys reclaman una correcta evaluación de riesgos en sus puestos de trabajo y la implementación de medidas preventivas para paliar o prevenir las lesiones ocasionadas por su desempeño. De hecho, un reciente fallo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha supuesto una sentencia pionera al reconocer que el trabajo de las camareras de piso supone una peligrosidad por la dureza sus tareas desempeñadas, ya que realizan "esfuerzos ergonómicos de carácter repetitivo", que derivan en enfermedades y al ser profesiones feminizadas se ha de interpretar con perspectiva de género.

La cuantificación de este colectivo, integrado en el código 9210 en el Catálogo Nacional de Ocupaciones, bajo el epígrafe "personal de limpieza de oficinas, hoteles (camareras de piso) y otros establecimientos similares", ronda las 200.000 personas en España. El hecho de que el epígrafe incluya el subsector de limpiezas de oficinas, impide conocer la cifra real de las camareras de piso, pero la aproximación cuantitativa contemplada y

la relevancia mediática simbólica posicionan a las kellys como ejemplo de una ocupación tradicional de carácter manual representativa del sector turístico, inmerso en plena transformación digital.

La feminización del sector constituye, por añadidura, una variable extra de esa precarización y, asimismo, por esa misma razón presenta una inteligible invisibilidad del colectivo.

La mejora de las condiciones socioeconómicas de los colectivos que están en la base de los mercados de trabajo es fundamental para, por una parte, alcanzar estándares de trabajo decente, cuestión que lleva implícita la dignificación de su figura en términos de visibilización; el caso de las kellys sería un referente paradigmático de ello. Y, por otro, y derivado de lo anterior, porque coadyuva a la lucha contra la desigualdad social, que tiene su base en las diferencias de renta, básicamente fundamentadas en los ingresos procedentes de los salarios.

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