Tribuna

Mara Rodríguez

Portavoz del Grupo Municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Cádiz

El inconveniente de ser incómoda

Soy de dar la cara, de ir de frente, no lo puedo evitar. De hecho, son muchos los colectivos, asociaciones, medios de comunicación o militantes que tienen mi teléfono y cuando he recibido llamadas para conocer el motivo de algunas decisiones o porque quieren trasladarme alguna inquietud, les he atendido con atención, porque esa es la forma de cambiar las cosas. Siempre estoy dispuesta a escuchar porque creo que así es como realmente se pueden construir nuevos proyectos. Nuevos modelos de gestión y de organización que cambien aquello que ya hemos visto que no ha dado resultado. En política, en la que yo creo, hay cosas importantes que no tienen precio y son inmateriales: los valores y la dignidad. Aunque parezcan discursos vacíos palabras como constancia, sacrificio, defensa de las causas, dar la cara, ir de frente, coherencia, el interés de nuestros vecinos frente a los intereses personales… Todas estas ideas son las que dan sentido a esta etapa de mi vida como portavoz del grupo municipal socialista. De hecho, la crítica que más se escucha por parte de la ciudadanía hacia los representantes políticos se basa en esa falta de valores. Y tienen razón. Por eso me esfuerzo cada día en no caer en ese error. La política es vocacional y transitoria. No es un juego de sillones, yo no quiero esa política, que la jueguen otros.

Reflexiono mucho sobre este aspecto porque, no nos engañemos, cuanto mayor sea la vehemencia con la que defiendes tus principios, igual de fuerte son los golpes que recibes, incluso de quienes se supone que deberían apoyarte. La diferencia es que cuando actúas de esta manera, tu conciencia está tranquila y eso compensa. Me gusta la política municipal porque es la más cercana al ciudadano, es el desarrollar tu vocación de servicio público pensando en tu vecino o vecina, es sacar todo lo bueno que tiene tu ciudad.

Es un trabajo duro, pero a la vez es también el más gratificante, al menos para mí lo es. Tengo comprobado que cuando demuestras que los obstáculos que te encuentras los utilizas para hacerte más fuerte, muchas veces molesta al contrincante, pero también es bien valorado por aquellos por quienes luchas. Y en mi caso, compruebo ese reconocimiento en la gente de a pie. Porque mi campo de batalla es mi ciudad, no un despacho, ni un sillón, sino el conseguir lo mejor para los gaditanos y gaditanas, por muchos ataques que reciba. Y no me rendiré. Nunca lo he hecho ni ante las adversidades personales más complicadas, ni lo voy a hacer ahora, que tengo ya la experiencia y el conocimiento de que, cuando haces la cosas con corazón e ilusión, al final salen.

En este siglo XXI ya se empieza a atisbar un concepto que a muchos también parece que incomoda: el liderazgo femenino. Pero por suerte es una realidad que ha llegado para quedarse. Si unimos liderazgo femenino, defensa de las causas, determinación y resiliencia, pues entonces los envites del contrario (esté donde esté) pasan ya a utilizar incluso las malas artes. Y eso nunca se debe tolerar. Si un representante político, un medio de comunicación o un comentario en redes sociales entra en el insulto, en la mentira o en la tergiversación eso no es crítica política. Ni tampoco es respeto por el servicio público, ni por la ciudad. Cuando se pasa esa línea roja ya estamos perdidos, porque entonces es que todo tiene un precio. Y quien sale perdiendo es la ciudadanía. Nunca entraré ahí. Mi motivación es otra. Es demostrar que Cádiz tiene algo que no existe en la mayoría de las ciudades. Algo que la hace única. Algo que hace que merezca la pena cualquier sinsabor que traiga consigo la política. Creo firmemente en el talento de esta ciudad y como ese talento es la base del modelo de ciudad que defiendo. Es cierto que en ocasiones cuando luchas por algo que crees bueno, justo o razonable, y solo te ponen trabas, parece que tu política resulta incómoda para los viejos modelos, pero frente a las adversidades resulta mucho más práctico crecerse. La ciudad debe estar por encima de todo.

Y termino como empecé. El no tener un precio tiene un coste. A veces, el resultar incómoda en ciertos modelos establecidos tiene sus inconvenientes, pero es la garantía de que las cosas se están haciendo de otra manera.

No es nada nuevo para esta ciudad si digo que por muchas bombas que tiren los fanfarrones, las mujeres en Cádiz nos hacemos tirabuzones.

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