Tribuna

Pablo gutiérrez-alviz

Notario

Una campaña insolidaria

Todos los testamentos son solidarios: se adhieren a la causa de la familia, a la de otros seres queridos y a la de entidades benéficas. La campaña de Unicef no es especialmente "solidaria"

Una campaña insolidaria Una campaña insolidaria

Una campaña insolidaria / rosell

Un relevante organismo internacional lleva cierto tiempo con una intermitente campaña publicitaria para captar fondos. Me refiero a Unicef y a su repetido anuncio del testamento solidario. Pretende que todo ciudadano se decante por otorgar su última voluntad, total o parcialmente, a favor de este Fondo de la Organización de Naciones Unidas para la Infancia. No cabe dudar de su legitimidad pero casi monopoliza el concepto de "solidario", como si para ser un buen testador hubiera que designar heredero o legatario solo a Unicef, con tácita marginación de otras muy respetables instituciones. No obstante, hace tiempo que otras entidades como Acnur, Ayuda en acción y la misma Greenpeace requerían públicamente testamentos solidarios para sus respectivos fines. Conviene recordar el significado de "solidario": adherido o asociado a alguna causa o empresa; aunque coloquialmente se entiende con algún destino benéfico.

La habilidosa campaña publicitaria se mueve con tres portentosos motores: el primero, este testamento respeta a los familiares directos porque siempre pueden recibir la legítima; llega a recoger la manifestación de una madre que ha instituido herederos a su único hijo y a Unicef, y que asegura que su joven vástago está muy contento. El segundo, convierte lo legado en beneficios infantiles muy gráficamente y, con halo de transparencia, señala: los ahorros serán vacunas; las joyas, tratamientos contra la desnutrición; la casa, una futura escuela; y todos los bienes serán vendidos con la máxima claridad. Y el tercero, el ahorro fiscal, ya que este fondo de la ONU para la Infancia no paga impuestos.

El hecho de que un testamento respete la legítima no significa que no perjudique a los hijos. Una persona que tiene cónyuge y un solo hijo y dicta el presunto testamento solidario dejaría, en el Derecho común, al cónyuge viudo con el usufructo del tercio de mejora, y al hijo con este mismo tercio en nuda propiedad, y con el tercio de legítima en pleno dominio. Mientras que Unicef se llevaría todo el tercio de libre disposición en pleno dominio. Si el testador tuviera varios hijos la cosa les iría aún peor. Hay que tener en cuenta que el patrimonio normal de una familia de clase media es la vivienda habitual, unos ahorros y, a veces, un apartamento de verano, y con este testamento solidario los hijos se verían muy perjudicados. Me temo que no estarían muy contentos a pesar de lo que diga esta publicidad.

La conversión de la herencia o legado en beneficios infantiles de los bienes hereditarios resulta obvia y la transparencia en la gestión se presume. Parece que este doble mensaje pretende que se olviden los rumores de que la lejanía de Unicef difumina su ayuda y, quizá, los recientes escándalos de despilfarro de algunas famosas, y muy internacionales, "oenegés".

La exención de impuestos no supone ninguna ventaja adicional porque es corriente para todas estas entidades en general. Desde el punto de vista comparativo si los demás herederos "familiares" del testador tuvieran que satisfacer altos tributos por la herencia, verían doblemente mermada sus hijuelas, de una parte, por el fisco, y de otra, por el exento coheredero Unicef.

Esta campaña solo atina cuando se dirige a la persona sin familia directa (y muy mayor) quien no tiene que respetar derechos legitimarios. Y le asusta diciendo que si no testa se lo llevará todo el Estado. El problema es que, por mi experiencia, el anciano solterón no suele estar muy preocupado por la infancia y menos respecto de la de países foráneos. Lo más habitual es que instituya herederos a las personas que lo cuidan o a entidades de caridad (normalmente religiosas) que resuelvan injusticias de su entorno más inmediato.

El altruismo, por definición, ha de practicarse en vida: ya muerto se hace a costa de los herederos. Como defensor de la absoluta libertad de testar (sin la cortapisa de la legítima) respeto, por supuesto, los testamentos para causas benéficas pero considero que el aspirante a heredero (Unicef en este caso) no debe adular astutamente al ciudadano para captar su última voluntad. Esto me recuerda la época en la que la Iglesia Católica aleccionaba a los feligreses para que testaran todo o parte de sus bienes para obras piadosas en beneficio de su alma.

En mi opinión, todos los testamentos son solidarios: se adhieren a la causa de la familia, a la de otros seres queridos y a la de entidades benéficas (una gran mayoría con escasos recursos económicos y sin apenas influencia en los medios de comunicación). Esta campaña publicitaria de la poderosa Unicef no resulta especialmente "solidaria".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios