Tribuna

Rafael Rodríguez Prieto

Profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide

¿Podemos? No se pudo

Un partido que se reclama igualitarista se sube al carro de aquellos que aspiran a un trato diferenciado. Una cosa es la diversidad y otra los privilegios

¿Podemos? No se pudo ¿Podemos? No se pudo

¿Podemos? No se pudo

Vivimos en un país donde los neobatasunos de Sabino Arana se comparan con la antirracista Rosa Parks y los del 3% con el Dalai Lama. En un Estado en el que te insultan y encima tienes que pedir perdón. En el que los ricos se sienten oprimidos por los ciudadanos con rentas más bajas. En un Estado autoritario que ha permitido a sus taifas autonómicas hacer y deshacer a su antojo en educación, cultura, administración o salud. Y de pronto, una moción de autocensura.

El PPPSOE ha incrementado la desigualdad y beneficiado a las grandes empresas, especialmente a la banca. Aprobaron, con una urgencia irrespetuosa con nuestra Constitución, la reforma del art. 135 que deroga, de facto, el Estado social. También es cierto que en España hay una serie de familias que gozan de una influencia social desmedida e injusta generación tras generación. Todo eso fue dicho por el censor. Desgraciadamente, hubo algo más. Cuestionó la igualdad de los españoles y pronunció unas terribles palabras que consiguieron que empatizara con un grupo político del que me siento muy distante ideológicamente. Fue cuando el censor se autocensuró ridiculizando el apoyo electoral del PP en el País Vasco y se vanaglorió de sus votos. Alguien debió decirle que los exiliados y los políticos asesinados no votan.

¿Cómo pretendes gobernar España con el discurso de los que les asquea ser parte de ella y difunden el "España nos roba"? ¿Cómo reivindicas lo común y das alas a aquellos que prohíben el idioma de todos, enseñan una historia falsa o castigan a los que rotulan su negocio en español? ¿Cómo puedes hablar de democracia y proponer la destrucción de la soberanía del conjunto de los ciudadanos españoles? ¿Cómo te reivindicas abanderado de la transformación social y prácticas la sumisión con el nacionalismo reaccionario o supremacista donde gobiernas?

Estas preguntas y algunas otras, referidas a la carencia de un proyecto verdaderamente transformador de las relaciones de producción, podrían derivarse del monólogo del autocensurado. Una autocensura que se sustancia en una curiosa paradoja: Podemos absorbió a IU, pero fue su fracasado y crepuscular ideario el que terminó por imponerse. Su militancia observó cómo su partido centenario quedó a expensas del mejor postor con el fin de que su líder recién llegado obtuviera un puesto de trabajo garantizado. Lo que no sabían es que luego iba a insultar a los militantes del PCE que hicieron la Transición y que arriesgaron algo más que su futuro laboral.

Los problemas de Podemos se han agudizado (¿Cuándo se fastidió Podemos? 18/12/2015). El fin de la democracia interna, la precariedad territorial del partido, encarnada singularmente en el caso de Cataluña, la sumisión al discurso nacionalista y la pérdida de un proyecto realmente transformador son cargas demasiado pesadas para un partido desnortado, sin proyecto y con una crisis interna evidente.

Ante esto, no hubo más opción que tomar de nuevo el nombre del 15M en vano. Ya es costumbre. La cúpula nunca entendió el 15M y eso lo notan sus militantes que proceden del mismo. Los primeros estaban con el caudillismo chavista, que hoy nos muestra su decrépito y represivo rostro. Los segundos en las plazas, reivindicando la España real de los servicios públicos y los derechos sociales.

Rajoy es presidente gracias al frustrado cálculo electoral del autocensurado. Pero hay una contradicción aun mayor: un partido que se reclama igualitarista se sube al carro de aquellos que aspiran a un trato diferenciado. Una cosa es la diversidad y otra los privilegios. Nada se dice del cupo. Menos de un referéndum que, de celebrarse, se convertirían en una subasta en la que los ciudadanos de otras comunidades serían los perjudicados. El autocensurado repite el discurso de los arios del sur de Europa -léase los golpistas faltones y cada vez más beligerantes- sin pestañear. Es que van a ser la Dinamarca del Mediterráneo. Proclama una plurinacionalidad austrohúngara/postsoviética y una heterogeneidad que no reconocen en su propia comunidad. El partido que tendría que defender el interés común frente a las presiones y dictados del capital global, no hace más que hablar de naciones, sin que importe mucho que los funcionarios catalanes sufran o que 242 cargos de la Generalitat cobren más que Rajoy.

Como en una película, la última toma de la autocensura nos muestra la evidente descomposición de un cadáver ideológico y político que un día fue Podemos y hoy sólo una IU bis intelectualmente disminuida. ERC y Bildu como muleta. No se pudo. Lo que un día supuso una esperanza es ahora una agencia de colocación que se comporta igual que los viejos partidos. Pero lo peor es carecer de un proyecto común, vinculado a la igualdad y la justicia social. El autocensurado pide a gritos un PSOE que lo resucite. ¿Lo habrá?

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