Tribuna

Ezequiel martínez

Periodista y escritor

Olimpiadas y pandemónium nacional

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Olimpiadas y pandemónium nacional / rosell

Hace casi tres mil años, Corebo, un panadero de Elis, en la Grecia occidental realizó una carrera en el santuario de Olimpia, en el Peloponeso, un lugar consagrado a Zeus, el dios más poderoso de la antigua Hélade. En Olimpia se reunían los mejores atletas de Grecia y durante los Juegos se detenían las hostilidades y las diferencias políticas de sus polis de origen. Para lograr esos días de paz, se decretaba la ekecheiria, o tregua sagrada que garantizaba el éxito de los Juegos.

La joven madrileña de 17 años Adriana Cerezo nos dio la primera alegría con la primera medalla de plata para España, en Tokio, en taekwondo.

Me acojo a la máxima ambiental: ¡Hay que pensar en lo global y actuar glocalmente! La quinta ola pandémica y la variante Delta, no nos dejan tranquilos, a pesar de las vacunaciones. A finales de julio, 25 millones de personas inmunizadas en España, pero estamos en 700 casos por 100.000 habitantes. Preocupación. La pandemia parece que incide en los suicidios. Cada día, diez personas se quitan la vida. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2019 se suicidaron 3.671 personas en España.

El verano ya está aquí, para que descansemos, y nos olvidemos de la rutina del día a día de todo el año. Soy lector de periódicos. Muchos amigos y amigas leen las noticias en los smartphones. Ahí no puedes leer y reflexionar. Además te entra una llamada, un whatsapp, un Facebook o un Twitter, con mensajes, fotos, vídeos, y los malditos cookies, y tu atención se distrae. Ahora parece que en EEUU los ricos abandonan el uso de las pantallas, y prefieren humanizar sus relaciones, vista la dependencia, rayana en la esclavitud, que genera su uso. Las redes que tanta información y compañía nos procuran, pero ¡ay!, dónde muchos vierten sus odios, fobias y la basura de sus egos. Repaso la prensa y el panorama es desolador: La crisis climática, las peores inundaciones en Alemania y en Bélgica. California en llamas. Reciente, los 49 grados centígrados alcanzados en Lytton, en Canadá. Inundaciones nunca vistas en la provincia china de Henan. Incendios en Siberia. El suelo congelado, el permafrost se derrite y emite a la atmósfera metano, más dañino que el CO2. Tratamos de contener la subida de la temperatura media del Planeta entre 1,5 y 2º C, en este siglo. ¡Transición energética, ya! Fenómenos cada vez más extremos, como expongo en mi libro S.O.S. Emergencia Climática (Utopía Libros, 2020). La concentración de C02 en la atmósfera a finales de julio es de 416 ppm (partes por millón), el nivel seguro es de 350 ppm. Y España votando en contra de la protección de la barra de Coral en Australia, ¡qué desatino!

Y otras noticias preocupantes: Subidas estratosféricas de la luz, del gas, del combustible imitando a los viajes multimillonarios al espacio de Branson y Bezos, cuando casi 800 millones de personas padecen hambre en el mundo. Según el Ministerio de Igualdad, en lo que va de año, 28 mujeres han sido asesinadas en España por hombres (parejas o ex parejas), y desde 2013, 41 hijos asesinados por sus padres, o exparejas. Desde 2003, fueron asesinadas 1.106 mujeres, aunque los partidos ultra nieguen la mayor. La incertidumbre de la economía, el futuro de los negocios con la pandemia en lo alto, o la discutida Ley de pensiones, con el futuro de la gente en vilo. Y qué me dicen de la bochornosa sentencia del TC sobre el primer estado de alarma, o la eterna renovación del CGPJ, o del Tribunal de Cuentas, sin que se sonrojen los políticos a quienes corresponde abordar esa renovación, y en especial al PP, primer partido de la oposición conservadora, mientras Casado mira por el retrovisor a ver si Abascal y las huestes neofascistas de Vox, le adelantan por la derecha, o si es Díaz Ayuso quien trata de hacerlo. Los del procés a lo suyo, sin tener en cuenta los derechos y libertades de la mayoría catalana, que no es suya, que está dividida en dos. Por el Sur, Marruecos, el vecino incómodo, la inmigración africana y las frágiles fronteras de Ceuta y Melilla. Y la ley que protege a los delincuentes que invaden tu propiedad y desampara a la familia a la que le han quitado la casa. O los casos de corrupción eternos de Bárcenas y la Gürtel, los ERE, masters y cursos irregulares, lo que quieran. Fue Pedro Pacheco quien dijo: ¡La justicia es un cachondeo! Y le costó caro.

En fin, una especie de Pandemónium en el que hay que introducir sosiego y calma, para encontrar la armonía social que necesita este país, ahora en verano, en época de solaz y vacaciones, pero también en el resto del año y de los venideros, si aspiramos a un futuro de convivencia, solidaridad, justicia y libertad. Habría que decretar la ekecheiria griega permanente para que los políticos y el resto de españoles regresemos transformados y calmados tras el dulce descanso del verano. ¿Cuesta tanto ser un poco mejores de lo que somos, con nosotros mismos y con los demás mortales?

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