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Un tono conciliador para un nuevo tiempo

Una vez parado el golpe secesionista, el Rey cree que ha llegado la hora de empezar a remendar los rotos en la sociedad catalana

La discurso de Nochebuena del Rey suele ser una entrañable tradición familiar que convoca a las familias españolas en torno al televisor antes de la cena. Sin embargo, el pasado domingo, debido al complicado problema político generado por la victoria en escaños -que no en votos- de los independentistas catalanes en las elecciones del pasado 21-D, había una gran expectación por escuchar las palabras de un monarca, Felipe VI, que en sus diversas intervenciones ha demostrado ser un Jefe de Estado que no se esconde en los momentos más graves. En especial, había un gran interés por comparar el discurso de ayer con el que ofreció el Rey pocos días después del referéndum ilegal del 1-O, un hito decisivo para frenar la peligrosa deriva que había tomado el proceso independentista y que fue considerado como una clara llamada al Gobierno y a las Cortes para que pusieran en marcha el artículo 155. Aquel discurso era más que necesario y el Rey acertó en el tono -grave y severo- y en el contenido. Sin embargo, la pasada Nochebuena vimos cómo Felipe VI decidió adoptar un tono suave y conciliador. Como se suele decir, en una democracia unas elecciones son siempre una oportunidad para tomar un nuevo rumbo. Y eso es lo que hizo el Monarca, marcar una ruta basada en el "serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo". Las elecciones han dejado claro hasta qué punto Cataluña está dividida en dos bloques polarizados y, por ahora, irreconciliables. Ésta es la triste herencia del procés. Por eso el Jefe del Estado cree oportuno, una vez parado el golpe secesionista, que por "el bien común" comience una nueva época en la que se remienden los muchos rotos que tiene actualmente la sociedad catalana. El nuevo Govern que surja del Parlament -que probablemente será independentista- tiene el mandato electoral de enterrar el procés y comenzar una nueva etapa de respeto a la mayoría no independentista. El Estado, como ha señalado el Rey, debe ayudar en este camino.

También destacables fueron las palabras del Monarca en las que reivindicó una España ilusionante, moderna y atractiva, "dispuesta a evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos", que hay que construir "mejorándola y actualizándola", lo que entendemos como una clara invitación a la reforma constitucional. Felipe VI empieza a ver claro que, para que su reinado sea feliz, se necesita retocar la Carta Magna que nos dimos los españoles en 1978.

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