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El riesgo de hacer política a golpe de encuestas

Hay líneas que nunca se deben sobrepasar, asuntos de importancia que deben estar fuera de toda especulación de corte electoralista

Las últimas encuestas electorales, incluido el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas publicado el pasado martes, están creando una excitación en la vida política del país que no es deseable. Una prueba es el agrio y sobreactuado encontronazo que mantuvieron el miércoles en el Congreso el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, si bien es verdad que fue el segundo el principal responsable de la refriega. Las encuestas dejan claro el paulatino hundimiento del PP, el estancamiento del PSOE y el avance casi imparable de Ciudadanos, al que muchos ya dan como posible vencedor de los próximas elecciones generales. Ante estos datos, es normal que se desate la euforia en la formación naranja y que haga lo posible por reforzar y aumentar dicha tendencia. Por mucho que digan lo contrario, todos los políticos siempre están mirando con un ojo las encuestas electorales, por muy lejos que se encuentren los comicios. En una democracia no hay que escandalizarse por el hecho de que las expectativas electorales marquen continuamente los discursos políticos. Sin embargo, hay líneas que nunca se deben sobrepasar, asuntos de importancia que deben estar fuera de toda especulación de corte electoralista. En la actualidad, uno de estos temas es Cataluña, cuestión en la que España se juega su continuidad como nación histórica. Por eso, la actuación de Albert Rivera y su formación criticando ahora la "débil" aplicación del artículo 155 (que contó en su día con el apoyo de todos los partidos constitucionalistas) es reprobable. En la intención de los naranjas ha pesado más el cálculo electoral (su actitud dura y decidida frente al independentismo le está dando alas en las encuestas) que la comprensión de un problema complejo en el que es más que necesario que las fuerzas constitucionalistas cierren filas en torno al Gobierno.

Este estrés y esta precipitación de los naranjas se está detectando también en Andalucía, donde Juan Marín, como se publica hoy en este periódico, criticó ayer duramente al Gobierno de Susana Díaz, del que es sostenedor. Ciudadanos sabe que éste no es el momento de adelantar elecciones en nuestra comunidad, sino de trabajar para mejorar nuestra economía y cerrar la brecha que nos separa del resto de España y Europa. Estaría bien que el partido naranja comprendiese que es el momento de hacer política serena y con mayúsculas, algo que el electorado terminará agradeciéndole.

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