Una reunión abocada al fracaso

Llama la atención que la Conferencia de Presidentes del viernes, a la que no acudirá Cataluña, esquive un tema trascendental como es la financiación autonómica

La Conferencia de Presidentes que se celebrará el próximo viernes en Salamanca difícilmente llegará a buen puerto. En primer lugar porque, ya antes de celebrarse, se ha convertido en una excusa más para la batalla política, en la que los partidos miran más a sus estrategias e intereses que al bien común. En segundo lugar, porque la ausencia de Cataluña, que exige relaciones estrictamente bilaterales con el Gobierno de España, le restará peso y realismo a lo que allí se pueda decidir. Todas las comunidades autónomas son o deberían ser iguales, pero a nadie se le escapa el peso que tiene Cataluña en el conjunto nacional. Nada importante se puede decidir en un órgano como la Conferencia de Presidentes si no cuenta con algún tipo de beneplácito por parte de esta autonomía, y menos con un Gobierno que necesita de los apoyos de los independentistas para sobrevivir. La Conferencia de Presidentes tratará tres asuntos que no carecen de importancia: la campaña de vacunación, el destino de los fondos europeos para la recuperación económica y la estrategia para hacer frente a la crisis demográfica que vive el país. En todos estos asuntos es importante la mayor coordinación posible entre la Administración central y la autonómica. Pero, como ha criticado la oposición, no han existido reuniones previas en niveles inferiores que permitiesen llevar lo temas más trabajados, lo que sin duda restará mucho poder de concreción a la reunión. Asimismo, extraña que no se trate la que no deja de ser una de las grandes asignaturas pendientes del Estado autonómico: la creación de un sistema de financiación territorial que sea más acorde con la realidad de hoy. El actual es a todas luces injusto y no satisface a algunas de las comunidades más importantes de España, entre ellas Andalucía. La Conferencia de Presidentes puede y debe ser una herramienta de cogobernanza de un país cada vez más descentralizado, pero difícilmente puede cumplir con esta función en las condiciones en las que ha sido convocada la del próximo viernes, que inevitablemente está abocada al fracaso.

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