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La reforma de la financiación: el futuro en juego

Financiar los servicios públicos no debe ser materia de pugna política, ni entre partidos andaluces ni contra el Gobierno

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, puso el pasado martes el foco sobre el principal asunto del curso político para nuestra comunidad: la reforma de la financiación. El sistema que se aplica data, aunque con actualizaciones, del aprobado en 2009 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y apoyado entonces por el presidente andaluz José Antonio Griñán. Pero es una evidencia que con él Andalucía está infrafinanciada, algo que se vio además agravado por toda la política de austeridad desplegada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy desde 2012. Por ello, Díaz advirtió esta semana que no es posible asumir una tercera prórroga del sistema y, con acierto, enfatizó que están en juego los servicios públicos de la próxima década. Así es, con la reforma de la financiación autonómica nos jugamos el futuro. Y, por tanto, no es una cuestión que deba convertirse en materia de pugna política. Ni en Andalucía entre los principales partidos. Ni desde Andalucía contra el Gobierno del Reino de España. Es el momento de reactivar una negociación leal, de dar pasos tendentes a cumplir lo antes posible el compromiso de Rajoy en la última Conferencia de Presidentes (que hubiese un nuevo sistema aprobado este año, lo que ya se antoja difícil) y de lograr pactar, con diálogo y consenso, una fórmula reformada en el marco del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Paralelamente a esa negociación, no ha de perderse de vista la derivada catalana y la intención de la Generalitat de romper la soberanía nacional. Porque más allá de impedir el disparate de un referéndum ilegal, no sería asumible que como salida al desafío al Estado se articule una reforma de la financiación que ahonde en la desigualdad. Andalucía, como ya hizo en los albores del sistema autonómico español, hace ahora 40 años, ha de jugar un papel equilibrador que garantice la igualdad de los individuos por encima del territorio en el que residan. También ahí nos jugamos el futuro.

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