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El problema es de los políticos, no de la Constitución

A esta alturas ya nadie duda de que España tiene sobre la mesa un problema político debido a la incapacidad de sus representantes

Las últimas horas han puesto aún más en evidencia las profundas discrepancias entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para alcanzar un acuerdo que posibilite la investidura del primero como presidente del Gobierno. A estas alturas ya nadie duda de que España tiene sobre la mesa un problema político debido a la incapacidad de sus representantes para llegar a compromisos que garanticen la gobernabilidad. La responsabilidad es de todos, pero principalmente del presidente en funciones y ganador de las elecciones, sencillamente porque fue a él y no a otro a quien el Rey le encargó la responsabilidad de formar Gobierno. Ante esta grave situación, Sánchez, en vez de buscar formas imaginativas y eficaces de desbloqueo, ha optado por echarle la culpa al sistema con el que España se ha gobernado en los últimos cuarenta años. Ayer, de hecho, sorprendió a todos al proponer un "acuerdo de país" para reformar el artículo 99 de la Constitución, que es el rige la investidura del presidente del Gobierno.

La propuesta de Pedro Sánchez es totalmente inoportuna. No porque nuestra Carta Magna sea un texto sagrado e intocable, sino porque se plantea en un momento en el que, como todo el mundo sabe, la apertura de un proceso de reforma constitucional sería como abrir la Caja de Pandora de todos los males políticos. De hecho, si aún no se han suprimido cuestiones en las que hay un amplísimo consenso social, como la prevalencia del varón en la sucesión de la Jefatura del Estado, es por evitar que los enemigos de la democracia española aprovechen para intentar cambios sistémicos que nadie sabe muy bien a dónde nos podrían conducir.

La propuesta de Sánchez es una maniobra claramente evasiva, ya que el problema del bloqueo que vive España se debe a la incapacidad de la clase política para llegar a acuerdos, a su incompetencia negociadora, no a una norma que ha mostrado su utilidad durante cuarenta años. Por tanto, el secretario general del PSOE haría bien en centrar sus esfuerzos en buscar apoyos para la votación del día 23 y no perder el tiempo en propuestas que lo único que hacen es distraer el debate público. Puede que nuestra Constitución necesite algunos retoques, y entre ellos esté el de facilitar una mayor agilidad a la hora de investir al presidente del Gobierno, pero ahora lo que toca es la imperiosa necesidad de que España cuente con un Gobierno.

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