La preocupación por la corrupción se dispara

La corrupción política es uno de los principales viveros de desafección hacia la democracia parlamentaria

Los datos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) no dejan lugar a dudas: la preocupación ciudadana por la corrupción, lejos de remitir, sigue su línea ascendente de los últimos meses y se ha disparado en los últimos tiempos. En total, el 44,8% de los encuestados -casi la mitad- la consideran un problema importante, 7,5 puntos más que en el sondeo anterior. Cierto es que la entrevista se hizo en unos momentos especialmente complicados, con los casos Auditorio -en Murcia- y Palau -en Barcelona- copando los titulares de los diarios y largos espacios en las tertulias radiotelevisivas, pero también lo es que, desde 2011, año en el que la corrupción empezó a aparecer entre las principales preocupaciones de los ciudadanos españoles, ésta no ha desaparecido ni un solo día de la agenda periodística. El máximo histórico se alcanzó en noviembre de 2014, con un pico del 63,8%.

Esta preocupación ciudadana por la corrupción no debe caer en saco roto. Tanto el Gobierno como los partidos comprometidos con el régimen constitucional deben saber que estamos hablando de uno de los principales viveros de desafección hacia la democracia parlamentaria. Actualmente hay un factor que frena el poder corrosivo de la corrupción: como desvela el CIS, existe una mejor percepción de la situación económica, ya que disminuye en cinco puntos el porcentaje de ciudadanos a quienes preocupa este asunto (del 22% al 27% del mes anterior), y también hay un mayor optimismo sobre su evolución. Sin embargo, este efecto analgésico no puede durar mucho y una época de inestabilidad económica llevaría al sistema a nuevas turbulencias como las vividas durante la crisis y el movimiento del 15-M.

Los partidos políticos, y especialmente el PP -que actualmente es el que más sufre este problema-, deben tomarse muy en serio la lucha contra la corrupción. No bastan las declaraciones y los gestos de cara a la galería que tanto abundan. Aunque en los últimos tiempos se han tomado algunas medidas importantes y eficientes, todavía existe mucho camino por recorrer, tanto en el plano político como en el penal. No es poco lo que nos jugamos y la estabilidad del sistema podría peligrar a medio y largo plazo si va cundiendo la impresión de que éste es incapaz de combatir los comportamientos corruptos de los políticos. El CIS ya está avisando, ahora hay que actuar.

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