Un necesario respiro electoral

Tras los comicios de hoy en Madrid, España debe darse un respiro electoral y la próxima cita con las urnas hacerla cuando toca: en Andalucía, a finales de 2022

Cuando esta noche se cuenten en Madrid los votos de unos comicios que quizás nunca deberían de haberse celebrado, España necesitará un respiro electoral lo más prolongado posible. Un respiro que dure hasta la próxima cita obligada con las urnas, en Andalucía y a finales de 2022. Someter a un país a una permanente tensión electoral es un disparate como ha demostrado la campaña que acaba de terminar. Los problemas de los madrileños y las posibles alternativas para solucionarlos se han soslayado de forma consciente por unos partidos empeñados en calentar, a izquierda y derecha, un debate trufado de histeria y con apelaciones irresponsables que recordaban el ambiente que se creó en España hace ya casi un siglo, en vísperas de la Guerra Civil. El nivel demostrado por nuestros políticos en esta convocatoria daría para hacer reflexiones en muchas direcciones. Pero quedémonos con la más evidente: a la política española le sobra crispación y le falta sosiego, entre otras razones porque no se puede estar un día sí y el siguiente también pensando en las consecuencias electorales de cualquier acción o decisión, y mirando más las redes sociales y los titulares de los periódicos que la agenda de las necesidades de los ciudadanos. El próximo caso lo vamos a tener en Andalucía. Con la estabilidad parlamentaria asegurada y los Presupuestos aprobándose sin mayores dificultades, el Gobierno que preside Juanma Moreno no tiene ningún motivo para llamar a las urnas antes de que la legislatura agote sus cuatro años de vigencia. Sólo una estrategia basada en los intereses de partido y no en la defensa de los andaluces podría determinar ese adelanto. No son estos tiempos para atender a operaciones de ingeniería política y sí para sentar las bases de una recuperación económica y social lo más sólida posible. Lo ocurrido durante las últimas semanas en Madrid demuestra que calentar innecesariamente el debate político puede estar muy bien para alimentar las redes sociales y las tertulias de radio y televisión, pero no para trabajar en favor de la solución de los problemas. Andalucía no debe cometer ese error.

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