La inmigración, más allá de la solidaridad

La crisis está ocasionada por la huida masiva y desesperada de muchas personas a causa de las guerras y la más absoluta miseria

La llegada masiva de migrantes a las costas andaluzas ha vuelto colapsar todos los dispositivos de atención a este colectivo, que este año está creciendo de forma desmesurada en comparación con el anterior. Las cifras son alarmantes. Sólo ayer jueves, Salvamento Marítimo tuvo que rescatar a 296 personas en el Estrecho de Gibraltar y a otro centenar en el Mar de Alborán. De hecho, uno de los buques de este servicio se ha convertido en improvisado centro de acogida en el puerto de Algeciras ante la imposibilidad de la Cruz Roja y de las fuerzas de seguridad de atender a tan elevado número de personas. La saturación en Algeciras es alarmante, tanto en la comisaría de la Policía Nacional como en el Pabellón Andrés Mateo, pero también en otros centros deportivos de Jerez de la Frontera, Cádiz o Córdoba. Incluso la infraestructura de urgencia que está montando la UME en las instalaciones portuarias de Campamento, el Centro de Atención Temporal a Extranjeros situado en San Roque, podría quedar desbordada el mismo día de su próxima puesta en marcha. Por su parte, en Ceuta, unos 600 inmigrantes subsaharianos lograron saltar la valla fronteriza. La situación es grave y los responsables sociales, policiales y políticos no esconden su preocupación.

El buen tiempo y la buena mar son responsables ambientales de la nueva avalancha de personas. La llegada a las costas españolas del Aquarius con unos 600 migrantes a bordo fue una mera anécdota ante las proporciones de una crisis que, lejos del mal llamado efecto llamada, tiene sus razones en la huida masiva y desesperada de buena parte de la población africana de sus países a consecuencia de las guerras y la más absoluta miseria. Es evidente que la ruta de acceso a Europa se ha desplazado desde las costas italianas, con un Ejecutivo xenófobo muy hostil, hasta las andaluzas. En estos momentos se echan en falta los ofrecimientos solidarios que una gran cantidad de ayuntamientos españoles, al calor del efecto mediático, hicieron en su día para acoger a los migrantes del Aquarius. Andalucía no puede asumir en solitario un problema que supera con mucho sus capacidades. Como bien aseguró ayer la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, tanto el resto de España como la Unión Europea deben "ir más allá de la solidaridad". Hay que distribuir el esfuerzo de una manera más equitativa. Al fin y al cabo, la meta de gran parte de estos migrantes no es Andalucía, sino otros puntos de España y los países del norte de Europa.

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