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El empleo se desploma por el coronavirus

El confinamiento es totalmente necesario, pero su impacto en la economía ha sido brutal. Cualquier prórroga debe estar muy justificada

Todos esperaban que los datos del paro difundidos ayer fuesen extremadamente malos, pero no tanto como finalmente han sido. En poco más de dos semanas, en España se han destruido 834.000 empleos y un total de 302.265 personas han tenido que acudir a las oficinas del Inem para solicitar la cartilla del paro. Desde que se elaboran estadísticas en esta materia no se recordaban unos números tan nefastos. Estamos ante un pico invertido que nos avisa de que España, aun cuando supere la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, va a entrar en una época de turbulencias económicas y sociales cuyo desenlace final aún no podemos ni imaginar. La magnitud del golpe es todavía mayor si tenemos en cuenta que en estas desoladoras cifras no se suman los 620.00 afectados por ERTE ya procesados por los servicios públicos.

Tiempo habrá de analizar las implicaciones de estos nuevos datos de desempleo, pero sí deberíamos hacer de urgencia dos reflexiones. La primera se refiere al confinamiento al que obliga el estado de alarma decretado por el Gobierno y apoyado en el Congreso de los Diputados por los principales partidos de la oposición. Nadie pone en duda su pertinencia. Sin una vacuna y con evidentes carencias de material y personal médico para atender la pandemia, el "distanciamiento social" es una de las pocas herramientas que tenemos para defendernos de una enfermedad de la que todavía desconocemos muchísimas cosas. Pero el Gobierno debe ser consciente de que no se puede abusar de una medida que, a todas luces, es altamente nociva para la economía de un país que aún no se había recuperado del todo del crac de 2008. Por tanto, cualquier prórroga del confinamiento tiene que estar muy justificada y no se deberían descartar, siempre que las autoridades sanitarias lo autoricen, soluciones intermedias que permitan combatir al virus sin renunciar a una mayor actividad económica.

La segunda se refiere al modelo económico de España. Si la crisis de 2008 demostró que se había apostado demasiado al ladrillo, la del coronavirus está destapando las muchas carencias del monocultivo turístico, un sector que se ha volatizado con la crisis sanitaria y que tardará mucho en volver a reactivarse, aun cuando el país vuelva a la normalidad. Van a ser tiempos muy duros que debemos aprovechar, esta vez de verdad, para pensar cuál debe ser nuestro modelo productivo, en esta ocasión, a ser posible, sin atajos.

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