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La amenaza de una inflación descontrolada

Con la subida de la inflación al Gobierno le toca decidir sobre dos cuestiones prioritarias: qué hacer con las pensiones y con la nómina de los funcionarios

El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de anticipar la segunda mala noticia económica en apenas una semana. España no sólo creció el último trimestre a un ritmo sensiblemente inferior al que se pronosticaba desde el Gobierno, sino que lo que realmente aumentó fueron los precios. El IPC alcanzó el 4% en septiembre. Una peligrosa espiral que encadena siete meses consecutivos de incremento. Para remontarse a un dato peor habría que retroceder al verano de 2008 en plena explosión de la crisis económica. Las constantes subidas de la tarifa de la luz -ayer anotaba otro registro histórico en el mercado mayorista, con 221 euros el megavatio hora-, el coste de los carburantes, el tirón del consumo, propio del verano después de meses de restricciones, e incluso la elevada demanda de algunos productos con escasa oferta han facilitado el recorrido de esta curva alcista. Ahora el Ejecutivo de Pedro Sánchez, inmerso en la negociación de los Presupuestos para 2022, debe decidir qué hacer en dos sectores sumamente sensibles: las pensiones y el sueldo de los 2,7 millones de funcionarios. En el caso de las primeras, y a falta de que se promulgue la ley, la tesis gubernamental ha sido la de maridar sus posibles incrementos anuales a la evolución del coste real de la vida. Respecto a los funcionarios, ya hay sindicatos que denuncian que los trabajadores han perdido un 10% del poder adquisitivo en los últimos años. Pero también un IPC alto castigará a las empresas si los convenios establecen que deben compensar a sus trabajadores. Lo peor de este escenario es que los costes se están disparando sin que aún se hayan inyectado los fondos europeos que deben propulsar la economía, en respuesta a la crisis causada por la pandemia. Son conocidas las reticencias a estas medidas de estímulo por parte de Alemania y su Bundesbank por temor a un descontrol alcista de este indicador. También el aserto de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher que aseguraba que "la inflación es la madre del paro". Sin necesidad de apelar a tremendismos, el IPC ya ha dado muestras de que representa una seria amenaza para la recuperación y debe conjurarse.

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