Vox amenaza el pacto por el cambio

Los 12 escaños de Vox no dan para que se acabe con el amplio consenso político que existe en torno a la violencia de género

Vox ha reclamado protagonismo al amenazar con no apoyar el pacto entre el PP y Ciudadanos para el cambio en Andalucía si no se retira el punto 84 de dicho documento, en el que ambos partidos de centroderecha se comprometen a impulsar un "gran acuerdo" contra la violencia de género en Andalucía y a dotar presupuestariamente las distintas iniciativas legales contra esta lacra. Hasta el momento, se desconoce si estamos ante un mero movimiento táctico de Vox para llamar la atención mediática y dejar claro que no está dispuesto a ser un mero convidado de piedra en la política andaluza o, por el contrario, esta amenaza responde a una férrea voluntad de revertir unas leyes de género con las que el partido de Abascal siempre ha estado en franco desacuerdo. Lo cierto es que, hoy por hoy, la actitud de Vox compromete el cambio pedido por los electores en las urnas.

Lo primero que debe comprender Vox es que, aunque su irrupción en nuestra comunidad ha sido espectacular, con sus 12 escaños es el grupo político con menor representación en el Parlamento andaluz. Cierto es que sus votos son imprescindibles para que se pueda formar un Gobierno de PP y Cs y, por tanto, tienen la obligación moral ante su electorado de intentar influir lo máximo posible en el programa del mismo. Pero también lo es que en la lucha contra violencia de género hay un amplio consenso entre la práctica totalidad de las fuerzas políticas de derecha e izquierda del que sólo se autoexcluye Vox. Intentar que por 12 escaños salte por los aires una política de Estado largamente fraguada es, cuanto menos, un tanto exagerado. Mejor haría Vox en adoptar una vía reformista con la que intentar limar los aspectos de estas políticas y leyes que menos gratas le son a su electorado. Vox debe ir comprendiendo que, en la política parlamentaria, cuando no se tiene la mayoría absoluta, uno debe renunciar al todo o nada y buscar las vías intermedias. Su hipotético boicot al Gobierno PP-Cs podría ser un arma de doble filo mortal para este partido en Andalucía.

La violencia de género, lo quiera ver o no Vox, es hoy una tragedia de primera magnitud, y sólo hay que estar atento a los periódicos para comprobarlo. Intentar diluir las medidas contra esta lacra en una difusa "ley de violencia intrafamiliar" sería un retroceso importante y una injusticia. Seguro que Vox encuentra otros puntos en los que sí pueda ejercer una influencia directa en el futuro Ejecutivo andaluz y, sobre todo, no ahonde más en la profunda división social que se está gestando en Andalucía y España.

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