Veinte años después del 11-S

Se ha conseguido reducir sensiblemente el riesgo de atentados dentro de las fronteras occidentales, pero el yihadismo no ha sido derrotado

Hoy se cumplen 20 años del mayor atentado terrorista de la historia, la destrucción por parte de terroristas islámicos de las Torres Gemelas de Nueva York, uno de los símbolos del capitalismo universal que acababa de ganar la Guerra Fría al comunismo y que vivía confiado en un nuevo periodo histórico en el que la humanidad iría avanzando progresivamente hacia un mundo globalizado en el que el libre mercado sería la pauta económica y la democracia el sistema político. Sin embargo, aquella carnicería recordó a todos que el mundo, lejos de ser un paraíso ya pacificado, seguía siendo un escenario altamente inestable, con enormes bolsas de miseria y fuerzas espirituales, ideológicas y culturales que no estaban dispuestas a admitir como propio el modo de vida occidental, por mucho que a nosotros nos pareciese el más racional y beneficioso de todos los existentes. Aunque no fue ni mucho menos el primero, se puede decir que el atentado contra las Torres Gemelas inauguró un ciclo de grandes acciones terroristas islámicas que golpeó lugares como Madrid, Barcelona, París, Londres, Bruselas... Fueron acciones espectaculares y sumamente sangrientas, que generaron en las poblaciones americana y europea un desasosiego y una sensación de inseguridad que no se conocía desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la cooperación de los Servicios de Inteligencia y las fuerzas de seguridad occidentales han conseguido disminuir sensiblemente la amenaza yihadista dentro de nuestras fronteras, aunque la reciente y caótica retirada de Afganistán nos recuerdan que el mundo árabe sigue siendo un avispero sin resolver, por mucho que los grandes intereses geoestratégicos se hayan trasladado ahora al Pacífico. Veinte años después del 11-S el mundo occidental no ha derrotado completamente al yihadismo y no se han resuelto heridas infectadas como la de Israel, pero Washington ya ha perdido interés en el mundo islámico y se prepara para otro conflicto (no sabemos si bélico) con un gigante como China, cada vez más potente económica y militarmente, y totalmente ajeno a los valores de las democracias occidentales.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios