Una Superliga que adulteraría el fútbol

Los clubes más poderosos alegan las pérdidas causadas por la pandemia y el alejamiento de los jóvenes ante una sucesión de partidos con escaso interés

El anuncio de doce de los clubes de fútbol más importantes de Europa de crear, en la práctica, una competición exclusiva para sus selectos integrantes ha provocado una conmoción que al filo de la medianoche de ayer quedó en buena parte mitigada al anunciar los seis clubes ingleses fundadores que abandonaban el proyecto. La UEFA y la FIFA, los dos organismos internacionales que controlan este negocio, han optado por la amenaza ante el desafío: expulsar de todos los campeonatos a los clubes de esta Superliga e impedir a sus jugadores participar con sus selecciones en los campeonatos mundiales o europeos. Incluso algunos gobiernos se han posicionado en contra de los promotores de esta secesión. Más tibia ha sido la reacción del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que aboga por el diálogo entre las partes. Ahora, es de esperar que la negociación se imponga para solucionar el conflicto. Los clubes más poderosos alegan pérdidas millonarias como consecuencia de la pandemia. Una "ruina" que convierte sus ambiciosos proyectos en inviables. También denuncian el alejamiento de unos aficionados, sobre todo los jóvenes, atraídos por otras alternativas de ocio y distanciados ante el poco interés que generan la mayoría de los partidos y el elevado número de competiciones, creadas con el único objetivo de sobreexplotar los ingresos publicitarios. Los principales perjudicados son los jugadores. Ni siquiera se repara en el quebranto para su salud por este delirio de encuentros. La solución no es emprender un sálvese quien pueda y ofrecer las migajas al resto. Tampoco, como propone la UEFA, introducir cambios a partir de 2024. El fútbol forma parte de las vidas y el arraigo cultural de millones de personas. Esta Superliga descafeinaría el campeonato nacional. Casi todos los premios se repartirían con independencia de los resultados. ¿Para qué competir? Pero no hay que engañarse. Estamos ante un espectáculo que ya impone abismales diferencias económicas entre los participantes, y la mayoría de clubes andaluces no se hallan precisamente en el escalafón de los más privilegiados. Pero la grandeza de este deporte radica en que cuando el balón rueda por el campo todo puede pasar. Un espíritu al que no se puede renunciar para que algunos logren cuadrar sus cuentas.

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