Renovación para paliar el desgaste

Los consejeros más cuestionados son sustituidos por otros que hasta ahora estaban alejados de la primera fila de la política

E N el ecuador de la legislatura y después del fiasco de su candidatura a la secretaría general de su partido, Susana Díaz anunció anoche una remodelación profunda del Gobierno andaluz. Era una medida esperada e imprescindible por dos motivos fundamentales: el primero es que la presidenta de la Junta necesitaba un gesto de afirmación política que transmitiera que ha vuelto y que ha tomado las riendas; el segundo, porque el Ejecutivo estaba desgastado y ofrecía un pobre perfil de gestión en áreas críticas como la salud y la educación. De hecho, la lista dada a conocer anoche supone la salida del Ejecutivo de los consejeros que habían estado más cuestionados, como Aquilino Duque y Adelaida de la Calle, y su sustitución por personas que hasta ahora habían estado alejadas de la primera fila de la política y que, por lo tanto, constituyen una incógnita. La permanencia en sus puestos de Antonio Ramírez de Arellano en Economía y María Jesús Montero en Hacienda permite adivinar que las líneas fundamentales de la política económica se mantendrán y que el núcleo duro del Gobierno no cambia. Es significativo también el ascenso de Rosa Aguilar, que deja la cartera de Cultura para ocupar la de Justicia e Interior en sustitución del fiscal Emilio de Llera, lo que la sitúa en el primer círculo de confianza de la presidenta. Con los cambios anunciados anoche, Díaz cumple su compromiso de renovación, pero ahora empieza lo más difícil: tiene la obligación, y no tiene mucho tiempo para hacerlo, de poner en marcha acciones de gobierno que de verdad incidan en la vida de los ciudadanos. Ése es el reto que tiene ahora la presidenta con el equipo del que se ha rodeado y en el que el vicepresidente Jiménez Barrios sigue teniendo un papel clave. Andalucía tiene en el tramo de legislatura que se abre ahora una oportunidad que no se le presentaba desde hace mucho tiempo y la obligación de este Gobierno es aprovecharla. La mejora de la situación general de las economía española y los factores que están influyendo de forma especial en Andalucía, como el auge del turismo, permiten albergar fundadas esperanzas de que el desempleo se vaya reduciendo en tasas apreciables y de que hay recursos suficientes para hacer en 2018 un Presupuesto que permita adoptar medidas sociales y económicas que lleguen a la población. En el debate parlamentario del pasado miércoles la presidenta esbozó un conjunto de medidas que se tienen que poner en marcha y deben ser la guía de la nueva etapa. ¿Es éste el Gobierno que necesita Andalucía en estos momentos? Sólo el tiempo lo dirá. Pero, por ahora, merece un crédito de confianza para que sus hechos pueden hablar por él.

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