Puerto y ciudad se la juegan

La liberación de los suelos portuarios supone una ocasión histórica para impulsar la capital que no se puede desaprovechar

La propuesta de liberación de los suelos portuarios y la definición del futuro urbanístico de los 300.000 metros de muelles que se quedarán sin uso, o eso se espera, con la apertura de la nueva terminal, ponen en bandeja la transformación del puerto y la ciudad. La ocasión parece de oro, sobre todo, en un término urbano que apenas supera los 12 kilómetros cuadrados, donde es difícil encontrar hueco para nuevas viviendas, empresas, equipamientos verdes y culturales y espacios destinados al ocio. Se puede debatir sobre todas las posibilidades para el mejor uso de estos suelos dispuestos a integrarse en la trama urbana, lo que nadie puede cuestionar es que se abren innumerables posibilidades. Hace ya lustros que la la ciudad precisa de un acuerdo general entre todos los colectivos e instituciones implicadas en esta operación a la hora de diseñar esta ampliación, habida cuenta de que es la última gran zona de oportunidades que va a tener Cádiz en su historia. Pero por razones que se escapan a la razón, como si el presidente de la Autoridad Portuaria, José Luis Blanco, hablase al en el desierto, aún no existe el necesario plan de actuación claro, arropado por todas las administraciones, para hacerlo realidad en tiempo y forma razonables.

Para llegar a buen término desde una estrategia conjunta, cada agente y cada administración ha de renunciar a una parte de sus principios en favor de unos objetivos comunes que garanticen el porvenir de todos. Dicho plan puede barajar en este inmenso espacio todo aquello de lo que adolece la capital, sin obviar la relación con el puerto, porque nunca ha de olvidarse que los tiempos de esplendor gaditano siempre han estado relacionados con su expansión. El diseño ha de contemplar la presencia de industrias limpias -no olvidemos que nos situamos en pleno casco histórico- relacionadas con el mundo marítimo. El puerto, con el nuevo muelle de contenedores y con el aumento de los cruceros, ha de seguir siendo un referente de la economía de la Bahía, y todo lo que se haga para defenderlo será esencial, empezando por su garantizar el enlace ferroviario y su canal de navegación. Desde el fracaso de la Ciudad del Mar, seguimos en punto muerto y ha llegado la hora de establecer un planeamiento desde una dirección estable y transparente, afectando a todas las fases de actuación. Ni siquiera la ausencia de un gran presupuesto puede ser obstáculo. Con esfuerzo y diálogo, conciliando todos los intereses y siendo realistas, seguro que se pueden financiar todas las operaciones. El secreto estará en acordar todos los proyectos y determinar los usos, los que tienen cabida y los que no, con mayor o menor carga comercial, hotelero, residencial y de equipamientos. Lo importante es trabajar en ello y huir de las luchas partidistas.

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