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El PSOE y el fantasma de la irrelevancia

Más allá de un liderazgo u otro, lo que se está jugando el PSOE en estos días es su propia supervivencia

Pese a que el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) devuelve al PSOE la segunda posición en la intención de voto de los españoles, lo cierto es que el fantasma de la irrelevancia política sobrevuela estos días a un partido que se fundó en 1879 y que ha sido decisivo en la España contemporánea, especialmente en los últimos cuarenta años. La historia nos enseña que no hay ninguna institución humana que dure eternamente y el PSOE no tiene por qué ser una excepción si sus cuadros y militantes se empeñan en llevar a esta formación a un callejón sin salida. Ejemplos cercanos no faltan. En su día, vimos cómo el en otros tiempos potente Partido Socialista Panhelénico, el Pasok, quedó reducido a una minoría por no saber interpretar los retos políticos a los que debía enfrentarse. Ahora, hace unos días, hemos asistido a cómo el Partido Socialista Francés se derrumbaba en las elecciones presidenciales. El pánico ha empezado a cundir en el socialismo galo y Manuel Valls, que apenas hace unos meses aspiraba a dirigirlo, lo da ahora por muerto.

La socialdemocracia española, al igual que la europea, tiene dos problemas fundamentales: de liderazgo y de proyecto político. El primero ha quedado evidente en las actuales primarias, que se celebrarán el próximo 21 de mayo. En el PSOE no se recuerdan unas primarias con el nivel de agresividad e insultos como las actuales, aunque es cierto que las circunstancias políticas eran otras, que no existían las redes sociales (auténticas jaulas de grillos) y que aún no había surgido Podemos y formaciones similares, que están ejerciendo una presión psicológica sobre los militantes del PSOE que no hay que desdeñar. La patética imagen del senador de Compromís Carles Mulet rompiendo una foto de Susana Díaz, aunque sea con la excusa del Corredor Mediterráneo, es paradigmática. También lo es el hecho de que la diputada socialista gallega, Rocío Frutos, haya manifestado su intención de abandonar el partido si gana la actual presidenta de la Junta de Andalucía. El clima de crispación, de insultos y faltas de respeto entre las dos candidaturas ha llegado a una temperatura que será muy difícil de enfriar después del 21 de mayo, sea cual sea el ganador.

El PSOE todavía está a tiempo de templar los ánimos y de darse cuenta de que, más allá de un líder u otro, lo que se está jugando en estos días es su propia supervivencia.

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