El Partido Popular sale del congreso que ayer se clausuró en Sevilla con todos sus objetivos cumplidos, lo que no sólo es una buena noticia para esta formación política, sino para la fortaleza del sistema democrático español. El PP es a partir de hoy un partido de Estado, sólidamente unido en torno a un liderazgo indiscutido y que lanza un mensaje de moderación, centrismo y pragmatismo muy necesario en el deteriorado ecosistema en el que se ha movido en los últimos años la política en este país. Queda atrás, por tanto, el PP enzarzado en inútiles disputas internas y que lanzaba mensajes confusos que lo alejaban de su base tradicional de electores. El PP de Alberto Núñez Feijóo, que comparece ante la ciudadanía española, vuelve a ser esa formación capaz de convencer a una parte importante de la sociedad de que se puede gobernar con sentido social desde postulados de centroderecha reformista, como hicieron en su momento José María Aznar o Mariano Rajoy. Un PP que, como resaltó ayer Feijóo en un discurso muy medido, pretende representar a "la España de todos". Además, el partido quiere que su poder territorial cuente en la dirección nacional y en ese sentido Andalucía adquiere un peso y una influencia que hasta ahora no había tenido en la sede de la calle Génova. Ahora lo que hace falta es que el Gobierno de Pedro Sánchez dé una muestra de inteligencia política y de sentido de Estado y recoja el guante que ayer le lanzó el principal partido de la oposición. Lo delicado del momento económico y social que vivimos exige de los políticos responsabilidad y eficacia. Hay que dejar atrás el enfrentamiento por el enfrentamiento y las estrategias miopes que sólo miran a las conveniencias internas. El PP ya está en esa senda. Ahora sólo falta que todos empiecen a construir en la misma dirección.