DICE Susan Sarandon que no votará con la vagina en las inquietantes próximas elecciones a dios del mundo. Y yo que me alegro. En una carta iluminadora la veterana actriz se situaba como outsider en la lucha Clinton/Trump sacando los colores tanto al polarizado mapa de la política estadounidense como al feminismo de casapuerta. Estoy contigo, Susan. La lucha feminista es mucho más compleja, mucho más trascendental, mucho más definitiva para una sociedad verdaderamente saneada que la simpleza de apoyar el empoderamiento político de una mujer por el simple hecho de ser mujer.(¿Qué? ¿Ya no recuerdan la feroz política neoliberal de la señora Thatcher?) Estoy contigo, Susan. El compromiso que un ciudadano emite con su voto es mucho más trascendental, mucho más definitivo, que la simpleza de elegir entre el menor de dos males. Ni cualquier mujer (la mujer adecuada) ni cualquier voto (el de conciencia).

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