Y a usted, ¿le atienden?

Pedro Caballero- Infante / Caballeroinf@ Hotmail.com

El visitador

Una figura, a la que el boticario teme más que a una vara verde, es el hombre que aparece en la farmacia correctamente vestido y que renuncia a dá la vé a las mujeres que le preguntan, aunque Don José lo intente colar.

Este personaje, al que el farmacéutico denomina el enteraíllo, tiene dos subespecies bien diferenciadas. La que, de una forma, circunstancial, entra en la farmacia por algún producto de mostrador o la segunda, la más frecuente, la del visitador médico añeja especie dedicada a enjabonar a la clase médica y que en la actualidad, debido al cambio del ecosistema sanitario y económico, ha tenido que adaptarse al boticario.

El temor de Don José ante ellos no es otro que su intromisión espontánea en las consultas insólitas que a veces le hacen sus pacientes.

Cuando el boticario sabe que el auditorio es de confianza puede explayarse, vulgarizar los conceptos y hasta permitirse deslizar una mentirijilla o una verdad a medias con la única intención de ser comprendido.

Hoy el segundo espécimen ha hecho su aparición cuando Carmela decía la siguiente frase:

-Me han hecho una prueba y orino en extensión.

-¿Cómo?

-¡Que orino por dentro y no por fuera!

El boticario se ha quedado cri-cri y más aún cuando ha visto la sonrisa expectante del visitador.

-¿Tú no estás tomando un diurético?

Contesta así recordando que hace algo más de un mes, y contra la opinión del farmacéutico, Carmela había conseguido una receta de complacencia ante la aparición de una cierta inflamación en los tobillos y un ligero edema en los párpados de los ojos.

Cuando el comercial ha oído lo de "párpados" ha entrado en la conversación a todo trapo.

-Permítame, Don José, que me presente. Mi nombre es Nazario y pertenezco a los Laboratorios Timingever.

A partir de este momento el comercial ha obviado al boticario y con un repetitivo ¿Me permite? ha cogido por banda a Carmela, cuya previa timidez ha sido vencida por el empujón que Conchi le ha pegado para sentarla en el banco del despacho.

-Mire… si me lo permite este edema llamado vulgarmente bolsa u ojera es tan sólo consecuencia de la disminución de la tonicidad de la pared de los capilares sanguíneos que lleva implícito un escape de agua.

-¡Virgen… qué cosas!

-Pero para esto estoy aquí. Mire… si Don José me lo permite….

Y el tal Nazario aprovechando la primera hora de la calurosa tarde en que tan sólo están en la farmacia Carmela y compañía para charlar y estar fresquitas, reparte toda una gama de muestras gratuitas que, dada la voz de alarma, ha incorporado al coro otro grupo de vecinas.

-Estos son nada más y nada menos que los famosos bioflavonoides originarios de algo tan natural como los extractos de frutas como la uva y el arándano.

-Entonse… ¿esto é pá bebé?

-No señora. Esto se aplica en los párpados para, como le he dicho, evitar los escapes de agua…

-Jefe dame usté una muestra mí… que no vea como me gotea er grifo der lavabo.

-¡Calle usté Bollito…y deje al hombre!

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