LÍNEA DE FONDO

José Antonio / López / Jalopez@diariodecadiz.com

Hay vida más allá del fútbol

Los Juegos Olímpicos sirven cada cuatro años para poner a cada deporte en su verdadero lugar

Las Olimpiadas son un acontecimiento único. Cada cuatro años, con una precisión milimétrica y un ceremonial que roza la devoción religiosa, los deportistas de todo el mundo, y con ellos los aficionados, se dan cita en su mítico intento de superar las marcas de otras ediciones. Los Juegos Olímpicos concitan así el interés del mundo, que sabe que asistirá, y a ello contribuye la televisión, a un desfile de alegrías y retos superados que se mezcla con otro de lágrimas y fiascos. Pero records olímpicos aparte y olvidando los casos de dopaje que empañan el espectáculo, las Olimpiadas sirven para demostrar que hay vida, y de la buena, más allá del fútbol, un deporte de masas apasionante pero que cada cuatro años queda en su verdadero lugar. Porque los Juegos Olímpicos ponen a cada deporte en su sitio. Y el fútbol, más que nos pese, no es el primero.

Resulta asombroso el esfuerzo que, por ejemplo, hacen los atletas para superar, sólo con la ayuda de su cuerpo, una carrera de velocidad, un inteligente medio fondo o un salto de altura con un escorzo imposible. O un gimnasta para balancearse con estilo y armonía en las anillas. O una nadadora para sincronizar sus movimientos con sus compañeras. O un remero para hacer avanzar su piragua a velocidad de crucero. También el futbolista se esfuerza, claro, pero a veces da la impresión de que el fútbol es el único deporte que existe, el único válido, el que arrastra a las masas. Sí, pero hay otros.

Deportistas anónimos que han decidido dedicar su vida a conseguir dos centímetros más en su salto, a correr hoy tres segundos más rápido que ayer o a nadar como pez en el agua. Aunque cada deporte, cada especialidad, tiene su competición a lo largo del año, las Olimpiadas son su verdadero escaparate. La cristalera mundial a la que se asoma el aficionado que no sabe ni las reglas del ciclismo en pista, pero que es capaz de vibrar con las endemoniadas vueltas alrededor de un plano inclinado que parece hecho para desafiar a la ley de la gravedad.

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