AL comprobar que la entente es ya real y con papeles, no me queda más que decir al respecto que no me ha ilusionado el acuerdo alcanzado entre el Partido Popular y Fernando Gago. Mostrar mi disconformidad es lo único que puedo hacer, y apuntar que todavía soy de las que creo que para gobernar hay que hacerlo siendo consecuente con los objetivos marcados desde el principio, y que no todo vale para alcanzarlos.

Está claro que el acuerdo no me quitará el sueño y que mi vida transcurrirá como si nada y es que afortunadamente tengo otras cosas en que pensar. Pero ello, no quita que el mismo me haya dejado un sabor agridulce en la boca, pues he podido comprobar una vez más que han vencido los intereses de partidos, por no decir los personales.

El salón de plenos portuense siempre ha sido de todo menos común y si no hagan historia conmigo. Me viene a la mente por ejemplo la expulsión por "aburguesamiento" en la que se basó el PCE para de un plumazo quitar de la alcaldía a Antonio Álvarez (del mismo partido). Luego vimos como un pacto entre el PP y el PSOE colocaba a Juan Manuel Torres al frente de la Alcaldía. Este acuerdo volvió a repetirse hasta que fue reventado por Hernán Díaz que por ello fue expulsado del Partido Popular.

Durante un tiempo el PSOE gobernó con el apoyo de tres ediles salidos de Izquierda Unida. Luego hemos pasado 16 años en las riendas de gobernantes que además recibieron a tránsfugas en su casa y pactaron en dos ocasiones con socialistas. Y al final somos testigos de cómo Moresco, integrado en Independientes Portuenses desde el inicio, encabeza un gobierno del PP.

Después de todo lo anterior no me voy a rasgar las vestiduras, porque ya estoy acostumbrada. Pero ello no supone que alguien pueda pensar que me sigo creyendo que todo se hace por el bien de la ciudad. Sí así fuera El Puerto hubiera despuntado hace ya mucho tiempo. ¿Verdad?

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