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El bestiario

Tito Valencia

Un verano distinto

ES cierto que ha sido un verano muy distinto a los demás. Entre las cabalgatas y la política se ha tratado de distraer a los ciudadanos. Pero La Isla responde por muy poco que se le dé. Porque lo de espectacular hay que dejarlo en un poco mejor de que a lo que nos tienen acostumbrado. Pero sí, es cierto, que el ambiente ha reinado en las calles isleñas durante el mes de agosto. Pero esto no tiene que hacer olvidar, la diferencia de programación que tenemos y en el déficit cultural de nuestra ciudad.

Ha habido cosas de las cabalgatas que parecían preparadas para pueblos de inferior categoría que nuestra ciudad. Y es que nuestros políticos no se quieran dar cuenta de que somos una ciudad venida a menos, sí, pero una ciudad que siempre tuvo su prestigio y esto es lo que tenemos que recuperar. Y la distracción política ha venido de la mano del Partido Popular. Tres años gobernando la ciudad y no se dio cuenta de la situación. Los gobernantes populares no sabían que la ciudad estaba muy sucia, sucia con coraje, no sabían que se tiraba la valla perimetral del Parque, no sabían la programación del Bicentenario, no sabían cómo se encontraban muchas barriadas isleñas, no sabían lo de las catenarias, no sabían lo de las gerencias y tampoco sabían que el tráfico en nuestra ciudad es un caos y peor aún, que la entrada y salida a nuestra ciudad es un castigo cuaresmal. Por consiguiente habría que preguntarse, ¿qué hacían los concejales populares mientras gobernaban? Yo creo que cada crítica que hace este partido sobre la ciudad, es una falta de respeto a los ciudadanos. Tres año gobernando y ahora no quieren asumir su gran parte de responsabilidad en la gestión de la ciudad. Hay un gran problema cuando los políticos toman por tonto a los ciudadanos. Es mejor asumir la responsabilidad de la equivocación de haber pactado a sabiendas de que era una estafa para los intereses de la ciudad. Solo tenían en mente impedir el gobierno de López Gil, hoy el único capaz de llevar el cambio a una administración local caótica, paralizada, sin ideas y sin esperanza de solución.

Por consiguiente, por muchas cabalgatas que se paseen por la calle Real, la ciudad no refleja la transformación de que habla el gobierno local. El Bicentenario termina con el epitafio de la Casa Consistorial cerrada por defunción. Ni para el día 24, el día más grande para nuestro alcalde, puede estar abierto nuestro ayuntamiento. Probablemente, nuestra vergüenza más importante después, claro está, del robo de la caja municipal. Lo cierto es que acaban las vacaciones y se empieza un curso importante, no porque la ciudad vaya a cambiar su trayectoria sino porque empieza la campaña electoral, probablemente la campaña más dura y más importante que vayamos a tener los isleños en mucho tiempo. Y digo dura porque han pasado muchas cosas en la ciudad que indudablemente tienen que salir a la luz. Y digo importante porque los isleños tenemos la oportunidad de provocar en las urnas el cambio que la ciudad viene pidiendo a gritos. Es una gran responsabilidad la que tenemos los ciudadanos.

La Isla será lo que queramos nosotros y tenemos que asumir que el cambio es necesario, imprescindible, para que este pueblo recupere el prestigio y el dinamismo que tantos años del gobierno andalucista han provocado su destrucción. Por lo tanto, llega un periodo duro, bronco y difícil pero enormemente ilusionarte porque el cambio y la esperanza se acerca a La Isla. Esperemos acontecimientos y seguiremos hablando, aunque algunos talibanes intenten provocar el silencio de la libertad.

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