DESDE el 2007, han sido muchas las veces que el alcalde puso de manifiesto que su proyecto de desarrollo de esta ciudad necesitaba al menos ocho años. Coincido con él en que, cuando uno los gana, ocho son suficientes para alcanzar objetivos y resultados que dejen huellas del proyecto político de un gobierno, y también de sus propios fracasos, porque con tanto tiempo transcurrido resulta imposible engañar a nadie, no puede colar ó calar imputaciones a terceros. Obviamente nadie quiere el fracaso de un alcalde porque, como ocurre en los deportes de equipo, el fracaso del entrenador es el fracaso de todos/as, y así es la democracia.

Recién iniciado su segundo cuatrienio como alcalde, el quinto de revisión del PGOU, este asunto del desarrollo de la ciudad por obra y gracia de su mandato está por ver. Lo posible, el arte de la política, es que tenga mejores recursos para lograrlo una vez superado los desajustes presupuestario municipal, también los humanos, y que decir de los inhumanos.

No practico el deporte nacional de dar consejos o soluciones gratuitas, yo solo las facilito por encargo y de pago, aunque a veces me pierde el enraizamiento y mi haber como contribuyente. A las puertas de la aprobación del PGOU, y sin fuerzas para mirar hacia atrás a excepción de colaborar con la justicia, el umbral a traspasar debe hacerse en compañía de un equipo nativo, multidisciplinar, curtidos allende nuestras fronteras locales y con créditos para el liderazgo de ese enorme grupo de empleados públicos "dioses sois" que revalidan día a día su incapacidad para la jefatura, o sus miedos para derrocar.

No tengo dudas que lo que está por ver no vendrá de la mano de quienes ya pudieron iluminar el camino y no lo hicieron, esos que cegaron la vista y el futuro de la ciudad.

Superado el trance del primer mandato, de las deudas y compromisos, de las difamaciones y calumnias, de la mediocridad acompañante, ahora toca demostrar lo tantas veces repetido, su compromiso de desarrollar social y económicamente la ciudad. Eso está por ver, hágalo, y luego deje paso. Yo del verano ni mascullo.