Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Algunos artículos publicados estos días se han hecho eco de una frase que se atribuye a diferentes fuentes: "El contencioso entre España y Cataluña es un enfrentamiento entre la arrogancia y la vanidad". Chapeau. Reflexionemos sobre la segunda pata de la oración, sobre el narcisismo del noreste. Cataluña es, como algunas ciudades andaluzas, terriblemente engreída, a veces hasta el empalago. Últimamente hemos visto cómo uno de los principales logros que han tremolado los partidarios de la independencia es el de la repercusión en los medios internacionales del procés. "El orbe nos contempla", repiten con una indisimulada coquetería, buscando su mejor perfil. Cada vez que el editorial de un periódico europeo o norteamericano les era favorable, aunque de una forma difusa y dubitativa, la brigada mediática soberanista nos bombardeaba con titulares de generosa tipografía. Sin embargo, los nacionalistas, quizás cegados por su minuto de fama, no se han parado a calcular el enorme daño que le están haciendo a la imagen de Cataluña y, en general, a la de toda España (aunque suponemos que esto último no tiene ninguna importancia para ellos).

Esta semana, ya lo habrán visto, la revista satírica Charlie Hebdo le ha dedicado al procés una de sus portadas, que se suelen caracterizar por una extraña mezcla de brutalidad y lucidez, de arbitrariedad y certera descripción. En ella aparece el dibujo de un comando de siniestros terroristas corsos (no sólo España tiene regiones levantiscas) acompañado de un titular que seguro ha levantado ampollas en el nacionalismo estrellado: "Los catalanes, más tontos que los corsos". Sabemos que es sólo eso, la primera plana de una publicación gamberra y deslenguada, pero nos equivocaríamos si no advirtiésemos en ésta un cierto hartazgo. Una vez superadas las imágenes del 1 de octubre de las cargas policiales y los contusionados, algo intolerable para las hipersensibles opiniones públicas europeas, muchos empiezan a comprender la enorme irresponsabilidad de una rebelión que vuelve a poner en jaque la estabilidad de un continente sometido a un ciclo de convulsiones que no cesa. Cataluña ha estado presente en los telediarios y los periódicos internacionales, es cierto, como también lo estuvieron en su día la quiebra griega, la crisis de los refugiados, el Brexit, el auge de los grupos neonazis en Alemania o el rescate de Portugal... No es algo de lo que presumir, por muy vanidoso que se sea.

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