Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

Más vale ciento volando

LA primera vez que lo leímos fue durante una excursión a Brozas (Cáceres). Años después, volvimos a toparnos con él mucho más al sur, en Ronda, durante una ola de calor de la que todavía guardamos memoria. Nos referimos al lema que bordea el escudo de armas del linaje de los Pimentel: "Más vale volando", un bonito y gallardo desplante -o al menos así lo leemos nosotros- al pardo refrán que nos invita a contentarnos con el mísero pájaro de la realidad y a olvidar quimeras y ensoñaciones. Hay otro lema heráldico que, ahora mismo, nos acude al recuerdo y que, por su cómica altivez, dudamos si más bien no eran unos versos de una comedia de Muñoz Seca: "Antes que Dios fuera Dios y los peñascos, peñascos. Los Quirós eran Quirós, y los Velascos, Velascos".

Recordamos hoy el "Más vale volando" en relación al debate sobre la conveniencia o no de mandar deberes a los escolares, porque a nuestro modesto entender, lego en cuestiones pedagógicas, si para algo debe servir el sistema educativo es para enseñar a sus sufridores a alzar el vuelo en un mundo regido por la ley de la gravedad. De nuestra niñez vaga y excesivamente aficionada a cabalgar por los cotos reales de Babia, sólo guardamos grato recuerdo de los maestros que nos enseñaron el noble arte de la aerodinámica. Ahora bien, no se puede volar con destreza sin antes someterse al duro entrenamiento del esfuerzo. Nos lo explica muy bien Paul Auster en Mr. Vértigo, una monumental novela ambientada en la Gran Depresión en EEUU donde el inolvidable maestro Yehudi, mitad tahúr mitad místico, enseña al niño de la calle Walter Claireborne Rawley a volar sin más motor que su voluntad, no sin antes someterlo a un adiestramiento cuyos métodos son tan extraños como crueles.

Demasiado tarde descubrimos que el esfuerzo individual es uno de los caminos principales que nos pueden llevar a la plenitud. La pereza es grata y necesaria, pero ya el Génesis nos enseña que hay que guardarla para el séptimo día. También para las tardes de verano, pero eso lo decimos nosotros. Los deberes para los escolares pueden parecer, y lo son, un engorro para padres y niños, pero son importantes para enseñarles a ser aves de paso. Después hay otros elementos, claro está: la solidaridad, la compasión, la alegría, la ebriedad, la amistad… Pero eso es carne de otro artículo.

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