Al punto

juan / ojeda

Ni truenos, ni campanas

ESTÁ claro que la Junta de Andalucía y su consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo -que es una persona seria- sabían con bastante exactitud cuál iba a ser la cifra de déficit de nuestra comunidad, pero han mantenido una postura rayana en el secretismo sobre el tema, hasta que lo ha hecho público el Ministerio de Hacienda. Y no cree uno que este silencio estuviese motivado, como se apuntaba, en que no querían que se reprodujese la polémica, entre Gobierno y Junta, protagonizada el año pasado sobre la cifras de déficit. Más bien la explicación sería que la Junta, sabiendo, más o menos, cuál iba a ser el déficit de otras comunidades, y que Andalucía no encabezaría la lista de los más deficitarios, esperaba arropar su incumplimiento con el de otras comunidades gobernadas por el PP. Efectivamente, Valencia y Murcia, con el 3,5 y el 3 respectivamente de déficit, están por delante de Andalucía, que se ha quedado en el 2, medio punto por encima del objetivo previsto del 1,5.

Así que pensaban que el hecho de que dos autonomías, con bandera PP, fuesen más incumplidoras que nosotros, le iba a evitar a la Junta ser abroncada por el Ministerio de Hacienda. Y parece que la táctica no les ha dado mal resultado y las críticas al incumplimiento del déficit les vienen más bien por parte de la oposición, pero eso se considera lógico y obligado. Lo que pasa es que esa argucia táctica no oculta la realidad y, a pesar de lo que digan los responsables de la Junta, este dato va a influir en la ejecución de los actuales presupuestos y en la elaboración de los del año que viene.

Cierto es, y hay que reconocérselo a la Junta, que el esfuerzo ha sido considerable, y que se ha conseguido rebajar el déficit en 1,4 puntos, con relación al año pasado. También es importante el hecho de que, a pesar de algunos enfrentamientos públicos, y sonoros, pensados más bien para contentar a la galería, no ha habido una postura efectiva de rebeldía de la Junta frente al Gobierno de España. También es verdad que, aunque el Ejecutivo central no ha abierto la bolsa todo lo que la Junta pedía, ha dado lo suficiente para que el Gobierno andaluz no se ahogase. Así las cosas, el incumplimiento, aunque moderado, no justifica el tirar cohetes, pero tampoco es para sumirse en la depresión. Obliga a seguir ajustando, pero reconoce el trabajo hecho. Por tanto, ni truenos, ni campanas.

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