Desde que los políticos enterraron la confrontación de ideas para despellejarse entre ellos, dan pena. La mayoría renunció hace tiempo a pensar, y se pasa el día en su trinchera esperando el error del adversario para acribillarlo, entre palmas y jaleos de sus cobistas. Huérfanos de proyectos, quieren crecer a costa de hundir al rival, con tanto empeño en destapar sus vergüenzas, que han convencido al respetable de que todos llevan razón. Hay que reconocer al PSOE y al PP, sin tapujos, que los partidos emergentes les deben la vida, aunque por desgracia lo primero que hayan aprendido sean los vicios de la vieja política, desde el dedazo al enchufismo y al juego sucio. La última en disparar su fusil ha sido Teófila Martínez. Muy resentida, advirtió al alcalde esta semana, tras verlo sentado en el banquillo, y como si ambos vivieran en el lejano Oeste, que llegará hasta el final en el caso Loreto. Cueste lo que cueste. Conste que José María González fue el primero en apretar el gatillo al acusarla de algo tan grave como suministrar agua en mal estado "a sabiendas". Pero el amenazante tono de Teófila, evocó los duelos de los protagonistas de Grupo Salvaje, la película de Sam Peckinpah. Fuera de órbita y sin enfundar el arma, también dio al Gobierno de Sánchez un ultimátum para que explique por qué Navantia no logró el contrato de las fragatas para Australia. Por lo visto le parece bien minusvalorar el hecho de que nuestros astilleros acariciaran el éxito final, sólo superados por el todopoderoso contratista británico.

Pero Teófila ignora todo el esfuerzo e intenta situar al PSOE a los pies de los caballos de manera burda, reclamándole que exponga a los gaditanos por qué se han perdido 4.000 empleos. ¿Actuaría igual con Rajoy aún en Moncloa? Si tanto interés tiene, podría preguntar a los dirigentes de su partido. Le habrían dicho que Australia fijó el compromiso de construir los barcos en los astilleros de Adelaida, para generar allí los empleos y no aquí, como ella afirma. Es más, seguro que es muy consciente de que la decisión australiana responde a una maniobra política antes que profesional o económica, motivada por el interés en estrechar sus relaciones con Reino Unido, en un momento en el que el Brexit lo condiciona todo.

El nerviosismo y la palabrería hueca se han instalado en el PP, con un diagnóstico más severo del que se presumía. Su portavoz en la Diputación, para añadir más sal a la herida, también reclama al Gobierno que no ponga en peligro el contrato de las corbetas con Arabia. Y para no quedarse atrás, Antonio Sanz ahora exige que se impulse el nuevo plan de Las Aletas y que se construya la Comisaría provincial cuanto antes, como si se olvidara por ensalmo del fracaso por todos compartido con Las Aletas, y de los obstáculos que él mismo sufrió para evitar que los agentes vuelvan a la Comisaría de la Avenida. Bajo este grado de exigencia, se le pudo preguntar ayer a la ex ministra Fátima Báñez qué fue de los 100.000 empleos que prometió. O por el escaso compromiso de los Presupuestos del Estado en los últimos años con Cádiz. En fin, si existiera más lealtad institucional, esta provincia sería otra, pero ni PP ni PSOE lo han querido. La propia Teófila proyectó la mejor idea que se ha puesto sobre la mesa en los últimos tiempos para vertebrar Cádiz: la Plataforma Logística del Sur. Pero como no se conformó con amadrinarla para ceder el espacio natural al resto de administraciones, su idea se durmió en el cajón de los sueños junto a todos los proyectos torpedeados por la ambición y la miopía. Todos conocen el camino del progreso, pero prefieren apuntar a todo lo que se mueva.

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