LLEVO un tiempo pensando en el tremendismo que nos invade. Pocas cosas se tratan en su justa medida y muchas se exageran, se salen de madre, se toman muy a pecho. Incluso me llego a plantear que el amor, el sexo, la familia, la muerte, el trabajo, la amistad.. y tantas cosas que consideramos importantísimas en esta vida están ciertamente sobrevaloradas. Por supuesto, también el fútbol y el Carnaval, tan transcendentes por estos lares. Ponemos demasiada carne en el asador en cuestiones en las que ni hemos recibido el manual de instrucciones o en las que no podemos controlar multitud de variables ajenas a nuestra cabeza o nuestro corazón. Quizás si tomásemos todo lo que nos llega (y nos desborda), con más tranquilidad y aplomo, nuestras vidas serían más equilibradas y con menos sobresaltos. Sí, esto es muy fácil escribirlo. Lo complicado es ponerlo en práctica. Probemos.

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