LA situación deportiva del Cádiz es preocupante, se encuentra a sólo un punto de los puestos de descenso, en una dura lucha con otros ocho equipos, si contamos que la teórica cifra de los cincuenta puntos puede dar la salvación. Para llegar a esa cifra es necesario ganar al Sevilla Atlético, que en un principio tiene los deberes bien hechos esta temporada.

Llegado este momento, se comienzan a hacer muchas especulaciones sobre la motivación que puedan tener los jóvenes del filial sevillista, junto a los teóricos maletines que circulan por la geografía española para incentivar a determinados equipos. En la lucha por los puestos de ascenso la cosa está bastante clara en cuanto a cuáles son los equipos que pueden incentivar y quiénes son los incentivados. Pero en la lucha por no descender la cosa se complica bastante al no saberse a ciencia cierta a quién incentivar y qué equipo es el que apuesta una buena cantidad de dinero, cuando ellos mismos no son capaces de cumplir con su papel.

El lado positivo ha estado en la actuación de los amarillos en la Rosaleda, un cambio importante en cuanto a la implicación que reclamaba el nuevo técnico Julián Rubio, a la que se le sumó el orden defensivo y un gran derroche de facultades físicas que dejaron a la mayoría de los jugadores exhaustos. Pero también hubo inteligencia para manejar los momentos del partido, sobre todo cuando se quedó en inferioridad, tras la expulsión de Bezares, que había realizado un gran partido.

Un punto que sabe a gloria y permite a los amarillos depender de sí mismos. Se realizó un trabajo de hombres, más que de nombres.