opinión

Juan Antonio Fierro Cubiella /

¿Un torreón en Puerto Chico?

LSeria el año de 1530 cuando por iniciativa del Comendador Aguilera, padre del duque de Arcos y Capitán General de Andalucía se proyectó una ampliación de las defensas gaditanas. Hasta esos momentos la vigilancia y oteo de la mar océana del Sur se apoyaba en la torre principal del castillo medieval que se auxiliaba de otras emplazadas estratégicamente en el litoral como eran las de Sancti Petri (integrada hoy día en el castillo), la de San Sebastián (en la Caleta), y la de Hércules en Torregorda.

La referida propuesta contemplaba la construcción de un torreón en Puerto Chico, en el peñón de piedra ostionera que se cita como "montaña de Puerto Chico", así como una Cerca en su desembarcadero ascendiendo el presupuesto a un total de 34.000 maravedises. Trabajos que continuaba en 1531 siendo enviado años después en 1534 por el Rey Carlos V miser Benedito de Rávena, para que le informara sobre el estado de las defensas. Éste informó con respecto a las obras en curso que la citada Cerca se había comenzado pero que sería de poca defensa para la ciudad; criterio que pudo dar lugar a que fuese desechada pues no ha quedado ninguna constancia de la misma.

Pero este no fue el único torreón levantado en la banda del Vendabal (actual Campo del Sur), pues los dos grabados fechados en 1564 y realizado por Georg Hoefnagel reflejan la existencia de otro inmediato. Éste se debió situar en otro de los grandes peñones de roca ostionera de la zona, el denominado "cabeza de peña" y que posteriormente se denominaría como de Capuchinos; siendo éste utilizado luego como molino para aprovechar los vientos dominantes en la zona.

Conjunto de construcciones que genéricamente aparecerán en los grabados con la denominación de "Torres vigias", como ocurre en el grabado holandés sobre el asalto anglo-holandés a Cádiz de 1596 de A. Hubert, en el Abraham Oretelius de 1570, e incluso en otro tan tardío como el Fray Gerónimo de la Concepción de 1688. En el libro Theatrum Hispaniae Urbes, se refiere como era el funcionamiento donde las guardias se establecían con dos grupos de vecinos que se turnaban a las dos de la mañana, estando al frente un jefe. Las señales eran visuales; es decir durante el día si se detectaba peligro con paja se hacían humaredas, y si de noche o con oscuridad se tiraban desde lo alto antorchas encendidas.

Precisar la localización de estos torreones dentro de la trama urbana actual, se configura como una apuesta arriesgada. A pesar de ello y para el caso del de Capuchinos los criterios más coherentes apuntan a que quedó integrado en dicho Convento en la bajada de la calle Arricruz, frente a la de Santa Catalina, hasta que aquel conjunto religioso fue demolido hacia 1980.

Sobre el de Puerto Chico, no tenemos constancia de referencia alguna. Sabemos de las posibilidades de una construcción cuadrada emplazada en la calle Abreu, descontextualizada de los edificios circundante, pero también somos concientes de las dificultades de cualquier confirmación y justificación de permanencia. Especialistas hay que podrán aclararlo; mientras tanto se incluye este detalle en el ámbito de las hipótesis. Es el momento ahora, en el que la torre está en obras, el momento oportuno para realizar las investigaciones necesarias que sirvan para confirmar o no esta teoría.

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