Hemos topado

Iglesias y Sánchez, Sánchez e Iglesias, tanto montan, montan tanto en tanto como han montado

Tanto laicismo y tantísimo progresismo para acabar de nuevo en los clásicos: "Con Iglesias hemos topado, amigo Sánchez". Yo he topado de frente y más que nadie, porque, si se repasa mi humilde hemeroteca, llevaba ninguneando a Pablo Iglesias desde el principio, cuando a todo el mundo le entró el miedo atroz, y yo escribía: "Bah".

Sin embargo, esta vez no puedo arrepentirme porque el error no ha sido mío. Dije que la espuma podemita bajaría y bajó. Cada elección sacó menos escaños, el partido se rompió, incurrió en incoherencias, se le vio el plumero, e iba camino de ser una Izquierda Unida hiperventilada. Todo eso se ha ido cumpliendo inexorablemente, hasta que Sánchez necesitó sus votos para no abismarse en su propio fracaso (una innecesaria segunda convocatoria electoral en la que ganó, sí, pero con menos votos que antes).

Sánchez no sólo hizo el indio convocando por segunda vez, sino que después tuvo que recurrir a Iglesias, al que se había pasado la campaña poniendo de vuelta y media: un irresponsable, un desleal a España, un bolivariano de manual, un viaje a la ruina, y mucho más le llamó. Sin solución de continuidad: ea, abracito y vicepresidente. Cuando, además, antes de las segundas elecciones Iglesias había ofrecido su propia cabeza en bandeja de plata por unas migajas del festín socialista.

No vengo a hacer memoria histórica. Repaso todo esto porque cada vez hay más personas (de derechas, claro) que identifican a Iglesias como el peligro institucional. Convendría no olvidar de dónde venía y de qué negro pozo político lo sacó Sánchez. ¿Que éste ha creado un monstruo que no puede controlar? Sí, se le ha subido a la chepa y se ha desmelenado, pero yo no aplaudiría a Sánchez que solucionase (que está por ver) un problema que jamás habría existido sin él.

El PSOE ha dado tantos bandazos y, sobre todo, con tan poca resistencia interna, que pensar que el problema de España es Iglesias es pecar de fideísmo, digamos. Sánchez, fiel al espíritu de su partido, ha pactado con quien sea (PNV, ERC, Bildu, Podemos Unidas…) para agarrarse al poder. No es que hayamos topado con Iglesias: Sánchez ha torpeado con él y nos están torpedeando ambos. Como tantas otras cosas de la historia reciente, y del futuro que nos espera se lo debemos a Sánchez. Inflar a Iglesias, aunque sea con nuestras críticas, es darle una confortable cobertura a quien nos lo ha traído por los pelos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios